Washington ha escalado las iniciativas tendientes a fomentar “protestas espontáneas” contra el gobierno de la Revolución Cubana. Para tal efecto han movilizado ingentes recursos económicos para financiar a los revoltosos, retribuyéndolos generosamente por sus campañas de mentiras y sus violentas intervenciones callejeras. Esta táctica no es nueva. Lo mismo se hizo con la “oposición” a los gobiernos de Libia e Irak, culminando con el linchamiento de Muammar el Gadafi y la aprehensión, juicio y ejecución de Saddam el Hussein. Poco después repitieron la táctica en Siria, introduciendo en ese país a los sanguinarios fanáticos del ISIS como defensores de la democracia y los derechos humanos. Estos bárbaros y los drones de Barack Obama destruyeron medio país, pero fueron derrotados. Más tarde Washington volvió a la carga en Ucrania, en febrero de 2014, cuando matones neonazis apoyados in situ por la señora Victoria Nuland -subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos de la Administración Obama- destituyeron al gobierno de Víktor Yanukóvich, electo con el 52 % de los votos en el 2010. En todos estos casos los hampones fueron presentados como valientes defensores de la democracia y los derechos humanos. Lo mismo habían hecho antes al proteger a la “contra” nicaragüense en los años ochenta, aun cuando para que ello fuera posible el coronel Oliver North tuviera que organizar, desde la Casa Blanca, una red dedicada al narcotráfico y a la compraventa ilegal de armas. En el caso cubano hace tiempo que vienen haciendo lo mismo: más allá de los razonables y legítimos reclamos provocados por las terribles privaciones causadas por el bloqueo, Washington y la mafia de Miami han venido reclutando toda clase de gente para montar un gran show el próximo 15 de noviembre. En ese sentido, los incidentes del 11 de julio fueron una especie de ensayo y ahora esperan escenificar la obra a lo largo de toda Cuba. La lente de los grandes medios de comunicación estará puesta en quienes salgan a la calle a provocar toda suerte de destrozos; sus perpetradores serán presentados ante los ojos de la opinión pública como pacíficos ciudadanos privados de la libertad de expresión y de su derecho a peticionar a las autoridades, y las fuerzas responsables de evitar o controlar esos desmanes como ejecutores de un siniestro plan de represión de las libertades públicas. No importa las tropelías que esta “disidencia” cometa: el sicariato comunicacional les garantiza una completa y edulcorada cobertura mediática merced a la cual los émulos locales de las hordas que asaltaron al Capitolio en Washington el pasado 6 de enero aparecerán ante los ojos de la opinión pública como valientes “combatientes por la libertad”. Ambas cosas: el alquiler y/o la invención de opositores y su respaldo político y mediático han sido ensayadas en numerosas ocasiones por el gobierno de Estados Unidos en Cuba. Fracasaron siempre, y volverán a fracasar. La Revolución Cubana sabe que no puede bajar la guardia ni un segundo, y que al imperialismo (y a sus voceros neocoloniales en Latinoamérica y el Caribe) no se les puede creer “ni un tantico así, ¡nada!”, como aconsejara el Che. Biden, los hechos lo demuestran, es lo mismo que Trump, o tal vez peor teniendo en cuenta otros antecedentes.
Por eso, para profundizar en esto estos temas recomiendo muy enfáticamente la lectura del discurso de ayer, domingo 24 de octubre, del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
El texto puede leerse íntegramente en el siguiente enlace:
http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/10/25/diaz-canel-estamos-preparados-y-dispuestos-a-todo-por-defender-lo-mas-sagrado-lo-que-nos-une-video/
Quienes quieran ver el video de ese discurso pueden hacerlo cliqueando en: https://www.youtube.com/watch?v=WIp_yg_Drog&t=104s
¡Hasta la victoria, siempre!
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