Declaración de la Delegación Argentina en Solidaridad con Bolivia
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Sobre el Autor de este Blog
Atilio Alberto Borón (Buenos Aires, 1 de julio de 1943) es un politólogo y sociólogo argentino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.
El denominador común de los gobiernos dictatoriales son los efectos que producen en nosotros, los delitos de lesa humanidad. Esta condición puede ser verficada en las opresiones generalizadas y sistemáticas de los Estados, los agentes del Estado y los agentes civiles sobre los pueblos. Si hechamos un vistazo americano deastendiendo a los extremos golpistas por un momento, vemos que el patrón es demócrático, la pobreza, la violencia, la enfermedad psiquica y física, la marginalidad, el hambre, estadísticamente son enormes y no son considerados como delitos de lesa humanidad, son normalizados en la estadística y mecánica del sistema económico como daños colaterales, a lo mucho, considerado como una mala praxis político-económica convenida mundialmente con un espíritu ecologista que ayuda a soportar la opresión sobre la humanidad, y hoy, se reprime a esa estadística legalmente para sostener el «orden institucional». Es claro el acuerdo tácito global sobre el mantenimiento del statu quo en el el desvío constante de la atención sobre chivos expiatorios y así evitar que la gente sepa la causa global.
La justicia propone un castigo a la corrupción por las malversaciones y así calmar las aguas, pero no propone nada por hambrear y matar personas, eso queda al criterio del sentido común del que lo resista.
El Estado Nacional se ha convertido en el cuerpo de un parásito paraestatal que usa de ese caballo de troya legal para imponer condiciones extorsivas con bloqueos, intervenciones y deudas, aplica lisa y llanamente una política de guerra fuera de la ley y aceptada por la mayoría de la comunidad internacional. Esta es la razón de la falta de credibilidad demócratica y del ascenso de la lógica natural del poder paraestatal en el contexto previamente generado.
La puerta se abrió con el juicio a los militares, el siguiente paso es con los agentes económicos para aplicar justicia en tiempo presente. Argentina tiene la oportunidad de dejar constancia y antecedente a nivel mundial para enfrentar los bloqueos con un criterio unificado, así el proceso sería inverso para los países que hoy tienen deuda con el juicio y castigo a los militares.
El golpe militar contra el gobierno constitucional, democrático y popular de Bolivia ha suscitado un tsunami de información y pronunciamientos manchados aquí y allá por calumnias y expresiones del racismo más repugnante.
Desde luego, hay que seguir atentamente un movimiento que se mantiene en ebullición y muy lejos del apaciguamiento soñado por los golpistas, término que en este caso engloba no sólo a militares, policías y agentes yanquis especializados en subversión, sino (y en primer lugar) a los sectores más reaccionarios de la burguesía local y sus socios, extranjeros, primordialmente funcionarios y capitalistas norteamericanos.
Para este seguimiento son indispensables los análisis, como los adjuntos a este mensaje, de investigadores serios apoyados en datos duros que sustentan una postura política, es decir moral, en la que no hay lugar para medias tintas ni condiciones, ni menos para reproches mezquinos al gobierno más exitoso de América Latina.
La perspectiva latinoamericanista es en este momento imprescindible para captar los alcances y consecuencias de lo que está aconteciendo en Bolivia para el resto del continente. Hay que poner al descubierto los vínculos ideológicos, de clase, identitarios, entre quienes critican al gobierno de Andrés Manuel López Obrador por haber aplicado la Constitución dado asilo a Evo Morales y Álvaro García Linera. Lo critican porque tienen los mismos intereses aquí, allá y en todas partes: la explotación de los trabajadores; el saqueo de nuestros recursos naturales; la sangría por el pago de intereses de la impagable, eterna, deuda exterior; etcétera.
Los cambios y movimientos que hoy sacuden Nuestra América expresan, con matices propios de cada país, la inconformidad ante extremos intolerables de explotación y sobajamiento. Pero hay que advertir que si hasta ahora el accionar de nuestros pueblos ha surgido y se ha venido desarrollando de manera desarticulada, no ocurre lo mismo con la respuesta del imperio y sus socios nacionales. No hace falta la filtración de un memorándum de alto nivel para pensar que está en marcha una estrategia regional del imperialismo yanqui y sus agentes locales para controlar hasta extinguirlas las erupciones de descontento. Las varias formas de intervención, entre las que la guerra mediática está jugando en estos días un papel fundamental, no se detendrán (nunca lo han hecho) ante leyes y tratados internacionales para invadir cualquier porción de la Patria Grande con las fuerzas armadas gringas o de cipayos.
El corolario lógico de estas consideraciones es la urgencia de impulsar nuestras organizaciones acreciéndolas por todo el continente al lado y más allá de las instituciones.
La voz “alarma” es clara. Y pertinente.
Vamos TODAVÍA Los kompacompañeros! Fuerza
LauraHodgers
Quisiera recibir información .