Un inesperado percance informático me impidió ayer subir a la internet esta nota. Ahora va.
Pocas experiencias grafican de modo más nítido el carácter reaccionario y genocida de la clase dominante argentina que el indiscriminado bombardeo que un escuadrón aéreo de la Marina de este país efectuó sobre la Plaza de Mayo y la Casa Rosada el 16 de Junio de1955. El sorpresivo ataque, dirigido a asesinar en su despacho al presidente Perón, causó 308 víctimas en su inmensa mayoría civiles (según los minuciosos estudios realizados décadas más tarde por el Archivo de la Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación) entre las numerosas personas, muchos de ellos niños, que se encontraban en la plaza en un día laborable cuando se produjo el artero ataque, dejando además un tendal de unos ochocientos heridos y mutilados. Pero no sólo se bombardeó la Plaza de Mayo: los “valientes pilotos” de la aviación naval también ametrallaron a mansalva a los civiles que estaban en plaza y sus alrededores. Luego de perpetrar sus crímenes huyeron como cobardes que eran buscando refugio en el Uruguay. Fue una temprana advertencia del escarmiento al que sería sometido nuestro pueblo una vez que se derrocara a Perón.
Si se quisiera hacer una crónica histórica del terrorismo de Estado este crimen sería uno de los más aberrantes antecedentes de lo que un par de décadas más tarde se concretaría en la Dictadura Cívico-Militar de 1976, con sus 30.000 personas desaparecidas. Aquel trágico suceso del 55, por su virulencia y masividad hasta ese momento sin precedentes en la historia argentina, sólo en 2008 fue caracterizado por la Justicia de este país como un delito de “lesa humanidad.” Demasiado tarde: sus responsables, ejecutores e instigadores jamás fueron juzgados. Para su irreparable deshonor, los partidos de la oposición al peronismo gobernante se abstuvieron de condenar el bombardeo. Es más, no faltan quienes aún en nuestro tiempo consideran a ese monstruoso crimen como el “bautismo de fuego” de la aviación argentina. ¿Un “bautismo de fuego” no en defensa de la nación amenazada por un enemigo externo sino bombardeando a su propio pueblo? ¡Un horror!, naturalizado por el pensamiento dominante.
Dicho esto, surge una pregunta más que obvia: *¿habrá cambiado el talante moral de la clase dominante en la Argentina actual?* Mi respuesta es terminante: no, sigue siendo el mismo, quizás peor. No nos hagamos la menor ilusión al respecto. Son monstruos que en épocas electorales se disfrazan de inocentes corderos.
En México la derecha ha tenido varios eventos así de desalmados, como el 2 de octubre de 1968. En la matanza de Tlatelolco. Y en todo el periodo neoliberal bautizado por el ingerencismo yanqui de latrocinio de los recursos naturales. Aterrorizando al pueblo con ayuda de ellos medios de «información» Saludos Dr. Atilio.