A continuación, tres interesantes entrevistas con el Presidente Manuel Zelaya, en donde se manifiesta con total claridad el apoyo estadounidense al golpe de estado en Honduras y su tentativa de relegitimación del golpe mediante las fraudulentas elecciones convocadas para este próximo domingo. Publicado – en francés – en la revista semanal POLITIS, (Paris) 26 de noviembre 2009 “Un golpe funesto para la democracia“ Honduras. Antes de las elecciones generales de domingo, Manuel Zelaya, presidente de centro-izquierda destituido por un golpe de Estado, emite la hipótesis de una participación de Estados Unidos en el golpe de Estado del 28 de junio. Entrevista exclusiva de Manola Romalo. POLITIS. Señor Presidente, en los primeros días de julio, Barak Obama ha condenado el golpe de Estado y pedido su retorno al poder. Después, docenas de miembros de la extrema derecha del Congreso americano han venido a Tegucigalpa. El gobierno de los Estados Unidos acaba de declarar que, con o sin el retorno del legítimo presidente, va a reconocer las elecciones organizadas por los golpistas. ¿Qué significa este cambio de línea para América Latina? Manuel Zelaya: Sienta un precedente funesto para la democracia en América Latina. Creíamos que los golpes de Estado en América Latina ya eran parte de la historia del siglo XX. Hoy vemos que en el siglo XXI se están practicando de nuevo. Es más, ahora se producen con el aval de Estados Unidos que legitima el golpe, porque estas elecciones solo están para legitimar al nuevo presidente que surja de ellas. (1) Pero esta decisión tiene causas y efectos. ¿Cuáles? En julio, nosotros habíamos firmado el Acuerdo de San José con los Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA), para iniciar un diálogo con los golpistas, mismo que nos propuesto por Washington. Esto significaba sentarse a discutir con aquellos que en junio me sacaron a balazos de mi casa -sin ninguna demanda judicial, sin ningún requerimiento o sentencia- y que presentaron al Congreso “mi renuncia” con mi firma falsificada. ¿Cuáles son las causas de esta nueva postura del gobierno americano? Pienso que se debe a los intereses de las multinacionales, los intereses del capital financiero y de los grupos de poder que han influenciado el Senado americano. Yo era un estorbo porque, entre otras cosas, otorgué un aumento al salario mínimo de los trabajadores y adopté diversas medidas económicas y sociales para estimular la economía , hice que los intereses de los bancos se redujeran y, por todo esto, logré los mejores indicadores de la historia de este país en materia de reducción de la pobreza. Nadie podrá detener estos procesos sociales en Honduras. Una vez que el pueblo toma conciencia de sus derechos nadie lo podrá detener. El 28 de junio, antes de expulsarlo a San José, en Costa Rica, el avión militar hizo una escala en la base de Soto Cano donde están estacionados 600 militares americanos. ¿ Se pudiera deducir que los Estados Unidos han participado en ese golpe de Estado? Esto la historia se deberá encargar de aclararlo. Ellos lo han negado. Pero el viraje que últimamente ha tenido lugar en la política estadounidense crea, lógicamente, algunas suspicacias. Siempre tuvieron un discurso ambivalente en relación a la situación en Honduras. Primero habíamos acordado una posición y ellos después modificaron su postura. Habría que investigar, por ejemplo, temas como éstos: ¿Podrían los Estados Unidos haber evitado el golpe de estado? ¿Se hallaba el Departamento de Estado al tanto de lo que estaba ocurriendo en Honduras? ¿Montaron el Comando Sur y el Pentágono el golpe de estado, en conjunción con las élites locales? ¿Están involucradas otras agencias de inteligencia en este proceso? En fin, estas son algunas de las cosas que se deberán investigar. Otto Reich, ex subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental vino a Honduras a apoyar el golpe, igual que Robert Carmona-Borjas (2) que vino a Tegucigalpa para apoyar a Roberto Micheletti. Cuando aparecieron senadores y congresistas norteamericanos de derecha, apoyando el golpe de Estado me di cuenta que había que investigar todo esto. Tenemos grabaciones que las vamos a dar a conocer en el momento oportuno. En signo de protesta contra el golpe de Estado, el Frente Nacional de Resistencia ha retirado sus candidatos…. Desde el 28 de junio estamos viviendo una trágica represión contra quienes se oponen al régimen usurpador. Las Fuerzas armadas han detenido, de manera arbitraria, más de 3. 500 personas. En cien días hubo más de 100 homicidios y al menos 600 heridos. Pese a ello el pueblo hondureño continuará luchando pacíficamente por sus ideales hasta derrotar a la dictadura. Si la comunidad internacional, que no ha logrado restablecer la democracia en Honduras, siguiera el ejemplo de los Estados Unidos –el cual nos han abandonado a mitad de camino- creo que va a pasar mucho tiempo antes de que los pueblos puedan recuperar su confianza y su fe en los valores democráticos. (1) Los principales candidatos son Elvis Santos (Partido liberal) y Pepe Lobo (Partido conservador). (2) Abogado del dictador Pedro Carmona durante el golpe de Estado de abril del 2002 en Venezuela. ______________________
Página/12, Miércoles, 25 de noviembre de 2009 Entrevista con Manuel Zelaya, presidente derrocado de Honduras, refugiado en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa “Estoy en manos del general Romeo Vázquez” A cinco días de las elecciones, el presidente arrancado de su cargo culpó a Estados Unidos por su cambio de posición con la dictadura. “Obama no sólo no priorizó la democracia en Honduras, no priorizó la democracia en América latina.” Por María Laura Carpineta “Estamos luchando por una causa que no tiene límites de tiempo ni de espacio”, dijo Zelaya desde el bunker. Manuel Zelaya tiene todas las razones para estar enojado, pero no lo demuestra. Atiende el teléfono desde la embajada brasileña en Tegucigalpa con un tono amable, opacado sólo por el cansancio de quien vive encerrado y asediado desde hace dos meses. El presidente hondureño derrocado perdió la pulseada y lo sabe. Cuanto más se acercan las elecciones del domingo próximo, más patente se vuelve su impotencia. “Estamos en la lucha del más fuerte, y la verdad es que no sabemos qué va a pasar”, reconoció ayer por la tarde. No quiere adelantar sus próximos pasos, pero deja todas las puertas abiertas. En diálogo con Página/12 no descartó el exilio ni negociar con el próximo presidente hondureño. “Mis diferencias son políticas, no personales”, se escudó. Minutos después de la entrevista, las organizaciones de derechos humanos hondureñas confirmaron un nuevo asesinato, a cinco días de los comicios. “La dictadura sigue reprimiendo a la resistencia. Hoy (por ayer) apareció muerto un maestro que había sido detenido por la policía el lunes. ¿Cómo pueden llamarse líderes democráticos los que callan y apoyan este terrorismo de Estado?”, sentenció Bertha Oliva, veterana dirigente. Según sus cálculos, Gradis Espinal, jubilado de 58 años y padre de tres hijos, es la víctima número 26 de la dictadura. Ninguno de los principales medios hondureños se hicieron eco de la noticia; la dictadura ni se pronunció. “No todos tenemos las mismas posibilidades en estas elecciones”, recordó Zelaya. –Finalmente se llegó al peor escenario político, elecciones bajo dictadura. ¿Por qué no se logró la restitución, qué faltó? –Hay un mandato de la OEA, otro de la ONU y está el Plan Arias. Todos pedían la restitución para poder hacer elecciones democráticas, en igualdad de condiciones. Todos lo pedían, pero no se dio. No se dio porque Estados Unidos renunció a su posición, cambió su prioridad, apoyó las elecciones sin restitución y esto eliminó las posibilidades de restaurar la democracia hondureña. No sólo no priorizó la democracia en Honduras, no priorizó la democracia en América latina. –¿Cometió errores en los últimos cinco meses? –Las negociaciones avanzaban, pero cuando Estados Unidos cambió su posición hacia la dictadura, todo se cayó. Eso fue lo que pasó. –¿Cree que el boicot electoral será suficiente para hacer tambalear al próximo gobierno? –Hay que pronunciarse contra el proceso, tiene una raíz ilegal y no todos tenemos las mismas posibilidades. La democracia debe ser un acuerdo político para que todos podamos competir en igualdad de condiciones. –No parece suficiente para desestabilizar al próximo gobierno… –Mire, estas elecciones tienen tres elementos que las hacen únicas. Primero, es la primera vez en América latina que se realizan elecciones después de una dictadura sin un pacto social previo. Segundo, las elecciones se convocan bajo un estado de represión: y tercero, existe un gran temor a un fraude electoral. Son elecciones débiles y de ellas saldrá un gobierno débil. –¿Cómo sigue su vida después de las elecciones? ¿Continuará en la embajada? –Estamos luchando por una causa que no tiene límites de tiempo ni de espacio. Se trata de sacrificios y de continuar luchando por la libertad, aquí o donde sea. Cuando se pierde el sistema democrático, se pierde el destino del país entero. Estamos peleando la lucha del más fuerte, y la verdad es que no sabemos qué va a pasar. –¿Intentará dialogar con quien gane las elecciones? –Yo me alejé políticamente de ellos porque apoyaron el golpe, no salieron en defensa de la democracia y los derechos humanos, como nosotros. Tenemos diferencias políticas, pero no personales. –¿Está pensando en exiliarse o se imagina viviendo en Honduras? –Mi vida en sí está en manos del general Romeo Vázquez Velázquez. No me preocupo por eso, él decidirá qué puedo hacer. –¿Pero usted está considerando exiliarse? –Mi vida está ligada al pueblo hondureño y está orientada a luchar por una causa, la de la democracia y la libertad hondureña. Esa causa no tiene un tiempo, una forma o un lugar determinado. Eso no es importante. –¿Cómo quedó su relación con el gobierno estadounidense después de su giro en favor de las elecciones hondureñas? –Todo el derecho internacional dicta que Estados Unidos puede tomar la decisión que quiera. Nosotros no cuestionamos su soberanía. Pero cuando ese gobierno hace un trato conmigo, yo tengo derecho de reclamar. Siempre guardaré un respeto por esa nación libre, pero Estados Unidos no cumplió con su palabra. –¿Obama le había puesto condiciones para apoyar su restitución? –No, ninguna. Prometió la reencuadración del sistema democrático antes de las elecciones, nada más. –Y, ¿por qué cree que Estados Unidos cambió de opinión? –El senador De Mint lo dijo muy claro. Yo no hago juicios, él lo dijo. El vino, como muchos otros republicanos, y habló con Micheletti. Después volvió a Washington e hizo un acuerdo con el presidente Obama. No hace falta especular demasiado. –¿Cómo deberían actuar los países latinoamericanos con el próximo gobierno? –Además de impugnar las elecciones, vamos a pedir que se anulen. Los países que se sumen no van a estar defendiendo solamente los derechos de los hondureños, sino de todos los latinoamericanos. –Mucho se ha discutido sobre la polarización política que existía en Honduras antes del golpe. Si pudiera hacer alguna recomendación a los mandatarios vecinos para evitar una situación similar, ¿cuál sería? –Cuando un presidente quiere corregir la economía y hacerla más justa necesita hacer reformas que no son del buen agrado de las transnacionales financieras, de servicios e industriales. Mi recomendación para los presidentes que quieran de verdad a sus pueblos es que se mantengan firmes, aun si aparecen amenazantes las viejas castas militares. Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elmundo/4-135883-2009-11-25.html _______________
Clarín, 23 Noviembre 2009
ELECCIONES EN HONDURAS: ENTREVISTA MANUEL ZELAYA PRESIDENTE DERROCADO DE HONDURAS
«EE.UU. me defraudó, me dejó a mitad del camino y eligió apoyar al golpismo»
El mandatario depuesto dialogó por teléfono con Clarín, desde la embajada donde se encuentra desde que regresó a Tegucigalpa. Dijo que no reconocerá los comicios del próximo domingo.
Por: Pablo Biffi http://www.clarin.com/diario/2009/11/23/elmundo/i-02046608.htm
Fuente: TEGUCIGALPA. ENVIADO ESPECIAL var mm1958776 = Array( ‘mm1958776g’); ESPERA. EL PRESIDENTE DEPUESTO, MANUEL ZELAYA, TOCA LA GUITARRA CON SU NIETA IRENE, EN LA EMBAJADA DE BRASIL. foto = new Galeria( document.images[«Foto»], Array(‘/diario/2009/11/23/thumb/1958776-1.jpg’), document.getElementById(«FotoEpigrafe»), Array(‘ESPERA. EL PRESIDENTE DEPUESTO, MANUEL ZELAYA, TOCA LA GUITARRA CON SU NIETA IRENE, EN LA EMBAJADA DE BRASIL.’), document.getElementById(«vinculoFoto»), Array(‘1202597’), document.getElementById(«numeroFoto») ); foto.setFoto(0); Manuel Zelaya habrá dejado seguramente su sombrero sobre el escritorio y acomodado su inseparable chaleco negro, que cubre su camisa, también blanca. Se lo escucha cansado, luego de estar dos meses refugiado en la embajada de Brasil, aquí en Tegucigalpa, tras haber entrado al país de manera sorpresiva el 21 de septiembre. Hay que imaginar cómo mueve sus manos al hablar, porque no es posible verlo. El diálogo con Clarín, en esta tarde plomiza de la capital hondureña en el barrio de Palmira, es por teléfono, separados por 300 metros de cordón militar, que cercan la residencia, de la que apenas se distinguen los altos murallones que la dividen de la calle. Adentro, una veintena de colaboradores. Afuera, decenas de policías y militares con caras de pocos amigos. «Estados Unidos me defraudó, me dejó a mitad del camino y eligió apoyar al golpismo antes que a la democracia. Y eso es un pésimo precedente para la región», dice del otro lado de la línea el presidente constitucional, derrocado el 28 de junio pasado y echado a Costa Rica, apenas con su pijama. El jefe policial que le negó a este enviado ingresar a la embajada sigue con atención el diálogo, desde la calle al interior de la residencia, pero no interviene. Debe tener ganas de preguntar, pero guarda silencio. Es rara su actitud, pero no me pierde pisada y va y viene detrás de mí, como un férreo marcador central. Lo que sigue, es el diálogo con «Mel» -como lo llaman aquí-, rodeado de curiosos.
Usted pidió que fuera el Congreso el que decida su restitución y la decisión será el 2 de diciembre ¿Qué pasará si el Parlamento no lo restituye finalmente?
Va a continuar el golpe de Estado y van a triunfar los golpistas. Si ellos no rectifican mi destitución y mi destierro se habrá impuesto el golpismo.
¿Qué medidas va a tomar para oponerse a estas elecciones?
Nosotros no reconocemos estas elecciones y el pueblo debe decidir si avala el golpe o no. El pueblo deberá decidir si quiere votar por una dictadura o si realmente quiere participar de elecciones libres. Pero su elección no tiene ninguna validez, porque estos comicios son una burla no solo al país sino a la comunidad internacional.
¿Van a llamar a la abstención o a boicotear los comicios?
El voto es una cuestión personal y cada uno puede tomar la posición que le parezca. Lo que nosotros vamos a hacer y venimos haciendo es informar a la población sobre cuáles son las condiciones en las que se está votando y cuáles son las verdaderas intenciones de este acto, que es convalidar a una dictadura que me echó del poder. Vamos a impugnarlas y a pedir que se realicen otra vez bajo el Estado de Derecho, que se reimpondrá cuando me restituyan.
¿Cómo analiza el cambio de posición de EE.UU?
Voy a usar las palabras de un senador republicano que dijo que la administración Obama debía cambiar el eje y apostar a las elecciones y no buscar retrotraer la situación al 28 de junio, cuando se produjo el golpe. Le repito lo que ya dije hace unos días: nos ha dejado a la mitad del camino diciendo que su prioridad son las elecciones y no la restitución de la democracia.
¿Se siente traicionado?
Me siento defraudado, porque lo que ha hecho la administración Obama es negociar con los republicanos el nombramiento de dos funcionarios a cambio de dejarnos abandonados. Por recomendaciones de Hillary Clinton, fuimos a dialogar con los golpistas, porque ellos tenían como prioridad restaurar el orden democrático, tal como lo había dicho públicamente Obama en la cumbre de Trinidad, cuando él dijo que no había que pensar en cómo fueron las relaciones de la región con EE.UU en el pasado sino que había que mirar el futuro. Nunca pensamos que ese futuro era volver precisamente a un pasado ignominioso de golpes de Estado. Era la vuelta de los militares al poder político de nuestros países, la represión, censura mediática, supresión de libertades públicas, violaciones a los derechos humanos y la expulsión de un presidente democráticamente electo como ha hecho el golpismo en Honduras. Para sorpresa mía, se debilitó EE.UU. y se fortaleció la dictadura, porque me reconocen a mí como presidente, pero atienden actividades del señor Micheletti, y esa es una contradicción muy seria.
¿Sólo a eso se debe la actitud de EE.UU. de reconocer las elecciones y al próximo gobierno?
Creo que también es un mensaje para los otros presidentes de la región. Es como decirles que hay que poner las barbas en remojo, porque sino ya tienen la receta para intentar desestabilizarlos.
¿Va a reconocer al presidente del 29?
Nosotros desconocemos estas elecciones, que se realizan bajo el signo del terror.
¿Aceptaría reunirse con el presidente que surja para resolver su situación?
No, porque estas elecciones son una burla para la sociedad. Y el problema es que con los terroristas no se debe nunca negociar, sino que hay que exigirles que cumplan con la ley. Mientras el Congreso no derogue el decreto (de la destitución) yo no puedo legitimar el golpe de Estado.
¿Cómo va a seguir su vida? ¿Va a pedir asilo?
Yo lo que reclamo es el respeto a la soberanía popular, que fue la que me eligió. Esa es una cuestión política. El resto, es una cuestión personal que aún no fue evaluada. Yo soy presidente de Honduras hasta el 27 de enero.
¿Por qué cree que Micheletti decidió ausentarse del poder entre el miércoles y el 2 de diciembre, cuando hayan pasado las elecciones?
Es otra maniobra del golpismo, para hacerle creer al mundo que las elecciones serán limpias. Y ahí ya salió Washington a decir que le parecía un buen gesto. Ya ve cómo son las cosas.
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Tengo, ante mí, una fotografía del joven Manuel Zelaya, correspondiente a una publicación portuguesa titulada “Sábado”. En la misma, aparece el que fuera presidente de Honduras, de torso desnudo (muy normal en países tan calurosos), cubierto de pistolas y sub ametralladora en la mano derecha.
De la fotografía, además de las armas, se puede apreciar los inicios del rechoncho actual, de brazos flácidos e incipientes papada y barriga, que bien pudiera ser una foto de estudio, si no fuera por los antecedentes de una familia de latifundistas de un país centroamericano. No sé por qué, me recuerda al joven Fidel Castro. Tal vez sea por la papada.
Zelaya, que pertenecía, o tal vez aun pertenezca al mismo partido político de su sucesor Micheleti, jamás ha sentido nada que se parezca a una identificación con el pueblo hondureño.
El odio a la familia Zelaya se remonta al verano de 1975. El 25 de junio de ese año, en la hacienda del padre del actual presidente depuesto, fueron asesinadas 14 personas que se dirigían a un acto de protesta en Tegucigalpa. Reclamaban tierras y propiedades.
Los cadáveres fueron arrojados a un pozo que luego fue dinamitado. Los primeros cadáveres demoraron semanas en ser rescatados. En la masacre participó el padre de Mell. Los tribunales condenaron a los culpables. Entre ellos José Manuel Zelaya (padre) a 20 años de prisión.
Salió en libertad después de haber cumplido poco más de un año, debido a una amnistía decretada en 1980. Mell tendría 23 años y aunque nunca fue implicado en el proceso, hay quienes todavía le acusan de haber ayudado a esconder los cadáveres.
Durante la guerra con Nicaragua, en el rancho de la familia Zelaya, en Olancho, se instaló uno de los campamentos más importantes de los Estados Unidos para entrenar a la “contra”, quedando el terreno preparado con pistas de aterrizaje clandestinas que han servido en los años posteriores para traficar con la droga. El hijo de Mell, tiene un pasado sombrío con la droga y con el Chapo, el mayor traficante de drogas del mundo.
Al igual que en Cuba, el apellido del gobernante del país estuvo relacionado con drogas. En el caso de Honduras no fue un General, ni un Coronel, sino el propio Héctor, el hijo de Mell, que a propósito, vive en los Estados Unidos.
Carlos, el hermano de Mell, ha estado preso por cuestiones de drogas y varias veces internado en hospitales cubanos para tratamientos de desintoxicación.
Mell Zelaya nació en cuna de oro. Desciende de una poderosa familia de terratenientes, gusta de buena bebida y buenos caballos, de botas y sombreros, carros y motos caras.
Fidel Castro y Hugo Chávez han querido venderlo como un hombre simple, un hijo de la tierra y no es más que un retrato moderno de un Fidel Castro, que habla de una manera, vive de otra y actúa peor.
El problema está en que le faltan los pantalones que le sobran a Micheleti