Mi intervención en el panel de ayer sobre las elecciones brasileñas organizado por el Centro Cultural de la Cooperación, Hablé no sólo del proceso electoral en ese país sino de algunos rasgos de los gobiernos progresistas que conspiran contra el éxito de su gestión: la idea de la «correlación de fuerzas» concebida como una realidad inmutable; el culto al diálogo por el diálogo mismo y la infructuosa construcción de un consenso entre capitalistas y trabajadores, algo equivalente a reconciliar en nuestro intelecto la idea de un círculo cuadrado. Está bien consensuar algunas políticas (cuando se puede), pero un gobierno debe antes que nada gobernar y decidir, y no agotarse en la búsqueda de una quimera consensualista cuyo efecto práctico es paralizarlo y convertirlo en un rehén de la derecha y los poderes fácticos.
El asesino serial de Tel Aviv
El sanguinario asesino serial de Tel Aviv, Bibi Netanyahu, ha logrado lo que ni siquiera medio siglo de Guerra Fría pudo conseguir: hundir a las potencias de Occidente y sus gobernantes , autoproclamados custodios de los Derechos Humanos y los más elevados valores de...
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