Elecciones de medio término en el «Estado Terrorista Número 1»
noviembre 3, 2014

3.XI.2014

Mañana tendrán lugar las elecciones de medio término en los Estados Unidos. Se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes  (435 escaños) y un tercio de las 100 bancas del Senado. Es muy probable que Obama sufra una nueva derrota, que se agrega a las que viene experimentando desde que llegó a la Casa Blanca y que, por lo tanto, se quede sin mayoría en ambas ramas del Congreso. Aún cuando contó con una leve mayoría los hechos demostraron su previsible impotencia para tomar decisiones que no contaban con el aval de sus mandantes efectivos, no de la ciudadanía. Como lo he repetido en innumerables ocasiones, muchas veces ante la mirada socarrona del público, nada puede ser más insignificante que una elección en los Estados Unidos porque su gobierno  verdadero y permanente, formado por el complejo militar-industrial-financiero, es un poder de facto que no lo elige nadie, no rinde cuentas ante nadie y hace lo que conviene a sus intereses sin importarle en lo más mínimo la reacción de la ciudadanía. El presidente es un simple mascarón de proa, en el mejor de los casos, un artilugio propagandístico para mostrar las bondades del imperio que de tan democrático que es hace posible que un afroamericano llegue a la Casa Blanca, no como sirviente sino como presidente. Por eso las elecciones son apenas un simulacro carnavalesco para distraer a  una parte de la opinión pública (recordar que la mitad o más de quienes podrían votar ni se molestan en registrarse para hacerlo), que se realizan en un día laborable (para desalentar la participación de los trabajadores) y en donde ninguna decisión importante brota de sus resultados.

Para colocar en perspectiva y contrarrestar el previsible e insoportable andanada de notas de dizque analistas y especialistas en política norteamericana, convenientemente colonizados por el imperio, con sus consabidas alabanzas a este nuevo ejemplo de comportamiento cívico en la mayor democracia del planeta es que comparto con ustedes dos notas recientes del Maestro Noam Chomsky, una de las voces críticas más resonantes de la escena internacional, en donde denuncia el carácter terrorista de la «democracia» estadounidense. Para leer y recordar, siempre, cada minuto; para no dejarse embaucar por los publicistas del imperio que cantan himnos a una democracia que no es tal sino, como lo ha sentenciado un notable filósofo político estadounidense, Sheldon Wolin, un «totalitarismo invertido» que con astucia y malas artes se presenta con los ropajes de una ejemplar democracia. Para este profesor emérito de Princeton el «totalitarismo invertido» que hoy caracteriza a los Estados Unidos ha logrado anestesiar a la ciudadanía, manteniéndola en un estado de permanente sometimiento e impotencia que las periódicas convocatorias bianuales a elecciones de congreso o presidenciales ni remotamente alcanzan a revertir. Para prevenir eso están las dieciséis agencias de espionaje con que cuenta la clase dominante de Estados Unidos para monitorear en tiempo real el comportamiento de sus súbditos. Y cuando surgen voces y movimientos de protesta, cuando aparece algún atisbo de organización «desde abajo», la represión del sistema no se hace esperar. Lo ocurrido recientemente con las grandes manifestaciones del «Ocupemos Wall Street» son didácticas lecciones de lo que los grupos dominantes entienden por «democracia.» Otro notable estudioso del tema, el diplomático canadiense Peter Dale Scott ha demostrado como la parafernalia democrática de Estados Unidos no alcanza para disimular la presencia decisiva de lo que él llama «el estado americano profundo», donde en el subsuelo del sistema político se entrelazan en una alianza malévola los intereses financieros y los del complejo militar-industrial y establecen el rumbo que habrá de seguir la gestión de la cosa pública que luego será comunicada y puesta en práctica por los ocupantes de la escena política formal. Por eso, ¿elecciones mañana en Estados Unidos? So what?



21-07-2014
EEUU,
líder mundial en «crímenes internacionales»
La
primera plana del New York Times del 26 de junio muestra la
foto de una mujer que llora a un iraquí asesinado, una de las innumerables
víctimas de la campaña del llamado Estado Islámico en la que el ejército
iraquí, armado y entrenado durante años por Estados Unidos, se disolvió con
rapidez, abandonando gran parte de Irak a unos cuantos militantes, experiencia
nada novedosa en la historia imperial. Arriba de la fotografía está el famoso
lema del periódico: Todas las noticias que es apropiado imprimir.
Hay
una omisión crucial. La primera plana debería desplegar las palabras del juicio
de prominentes nazis en Nüremberg, las cuales deberían repetirse hasta que
penetren la conciencia general: la agresión es el supremo crimen
internacional, sólo diferente de otros crímenes de guerra en que contiene en sí
mismo el mal acumulado de todos.
Y
junto a esas palabras debe estar la admonición de Robert Jackson, fiscal
principal de Estados Unidos en ese juicio: El fundamento sobre el cual
juzguemos a estos acusados será el fundamento sobre el cual la historia nos
juzgará mañana. Dar un cáliz envenenado a estos acusados es ponerlo también en
nuestros labios.
La
invasión de Irak por Estados Unidos y Gran Bretaña fue un ejemplo de libro de
texto de lo que es agresión. Los apologistas invocan nobles intenciones, que
serían irrelevantes aun si sus alegatos se sostuvieran.
A
los tribunales de la Segunda Guerra Mundial no les importó un bledo que los
imperialistas japoneses intentaran llevar un paraíso en la Tierra a
los chinos que masacraron, ni que Hitler enviara tropas a Polonia para defender
a Alemania del terrorismo salvaje de los polacos. Lo mismo se aplica
cuando bebemos del cáliz envenenado.
Los
que están del lado donde golpea la cachiporra tienen pocas ilusiones. Abdel
Bari Atwan, editor de un sitio web panárabe, observa que el principal
factor causante del caos actual (en Irak) es la ocupación de Estados Unidos y
Occidente y el apoyo árabe a ella. Cualquier otra afirmación es engañosa y
apunta a distraer la atención de esta verdad.
En
una entrevista reciente en el programa de televisión de Bill Moyers, Moyers
& Company
, el especialista iraquí Raed Jarrar delineó lo que nosotros
en Occidente deberíamos saber. Como muchos iraquíes, Jarrar es mitad chiíta y
mitad sunita, y antes de la invasión apenas si conocía las identidades
religiosas de sus parientes porque la secta no formaba parte de la
conciencia nacional.
Jarrar
nos recuerda que la pugna sectaria que destruye nuestro país… comenzó
sin duda con la invasión y ocupación estadunidense. Los agresores
destruyeron la identidad nacional iraquí y la remplazaron con identidades
sectarias y étnicas, que comenzaron cuando Washington impuso un consejo de
gobierno basado en identidad sectaria, algo nuevo en Irak.
Hoy
día chiítas y sunitas son enemigos acérrimos, gracias al mazo que blandieron
Donald Rumsfeld y Dick Cheney (secretario de Defensa y vicepresidente en el
gobierno de George W. Bush, respectivamente), junto con otros como ellos que
nada entendían más allá de la violencia y el terror, y que ayudaron a crear
conflictos que ahora hacen pedazos la región.
Otros
encabezados informan del resurgimiento del talibán en Afganistán. El periodista
Anand Gopal explica las razones en su notable libro No Good Men Among
the Living: America, the Taliban, and the War through Afghan Eyes
 (No
hay buenos entre los vivos: Estados Unidos, el talibán y la guerra vista con
ojos afganos
).
En
2001-02, cuando el mazo estadunidense golpeó Afganistán, los extranjeros de Al
Qaeda que se ocultaban allí desaparecieron y el talibán se disolvió. Muchos
escogieron, en el estilo tradicional, acomodarse entre los nuevos
conquistadores.
Pero
Washington estaba desesperado de encontrar terroristas que aplastar. Los
hombres fuertes que impusieron como gobernantes pronto descubrieron que podían
explotar la ciega ignorancia de los estadunidenses y atacar a sus enemigos,
incluso a quienes colaboraban gustosamente con los invasores. En poco tiempo el
país fue gobernado por esos crueles señores de la guerra, mientras muchos
antiguos talibanes que buscaban unirse al nuevo orden recrearon la insurgencia.
Más
tarde el mazo fue recogido por el presidente Obama, al encabezar desde
atrás el aplastamiento de Libia.
En
marzo de 2011, en medio de un levantamiento contra el gobernante libio Muammar
Kadafi como parte de la primavera árabe, el Consejo de Seguridad de la ONU
adoptó la resolución 1973, que llamaba a detener el fuego y poner fin a la
violencia y a todos los ataques y abusos contra civiles.
El
triunvirato imperial –Francia, Inglaterra y Estados Unidos– decidió al instante
violar la resolución, convertirse en la fuerza aérea de los rebeldes e
intensificar la violencia. Su campaña culminó en el asalto al refugio de Kadafi
en Sirte, el cual dejaron devastado por completo, reminiscente de las
escenas más sombrías de Grozny, hacia el final de la sangrienta guerra de Rusia
en Chechenia, según reportes de testigos en la prensa británica. A un costo
sangriento, el triunvirato logró su objetivo de cambio de régimen, en violación
de sus piadosos pronunciamientos en contrario.
La
Unión Africana se opuso con energía al asalto del triunvirato. Como informó el
especialista en África Alex de Waal en la revista británicaInternational
Affairs
, la UA propuso un mapa de ruta que instaba al cese
del fuego, asistencia humanitaria, protección de migrantes africanos (que en su
mayoría eran asesinados o expulsados) y otros nacionales extranjeros, y a
adoptar reformas políticas para eliminar las causa de la crisis actual,
más otros pasos para instaurar un gobierno interino incluyente y
consensuado, que conduzca a elecciones democráticas.
El
esquema de la UA fue aceptado en principio por Kadafi, pero desdeñado por el
triunvirato, que no estaba interesado en verdaderas negociaciones, observa
De Waal.
El
resultado es que hoy Libia es despedazada por milicias en conflicto, en tanto
se ha desatado el terror yihadista en gran parte de África, junto con un flujo
de armas que llega hasta Siria.
Existen
muchas pruebas de las consecuencias de esta política del mazo. Veamos la
República Democrática del Congo, antes Congo Belga, un enorme país rico en
recursos… y una de las peores historias de horror contemporáneas. Tuvo la
oportunidad de desarrollarse con éxito luego de alcanzar la independencia en
1960, bajo el gobierno del primer ministro Patricio Lumumba. Pero Occidente no
quería nada de eso. Allen Dulles, director de la CIA, determinó que la remoción
de Lumumba debía ser un objetivo urgente y primordial de una acción
encubierta, sobre todo porque las inversiones estadunidenses en el país
peligraban a causa de lo que documentos internos llamaban nacionalistas
radicales.



Bajo
la supervisión de oficiales belgas, Lumumba fue asesinado, cumpliendo el deseo
de Eisenhower de que cayera en un río lleno de cocodrilos. Congo fue
entregado al favorito de Washington, el asesino y corrupto dictador Mobutu Sese
Seko, y de allí el actual naufragio de las esperanzas africanas.
En
lugares más cercanos es más difícil cerrar los ojos a las consecuencias del
terrorismo de Estado de Washington. Hoy reina la preocupación sobre el éxodo de
niños que huyen a Estados Unidos desde Centroamérica. El Washington
Post
 informa que el incremento de estos migrantes procede en su
mayor parte de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero no de Nicaragua. ¿Por
qué? ¿Podría ser que cuando el mazo de Washington aporreaba la región, en la
década de 1980, Nicaragua era el único país que contaba con un ejército para
defender a la población de los terroristas dirigidos por Estados Unidos, mientras
en los otros tres países los terroristas que devastaban a la población eran los
ejércitos entrenados y equipados por Washington?
El
presidente Obama ha propuesto una respuesta humanitaria a la trágica
migración: una deportación más eficiente. ¿A alguien se le ocurren
alternativas?
Es
injusto omitir los ejercicios de poder blando y el papel del sector
privado. Un buen ejemplo es la decisión de Chevron de abandonar sus tan
publicitados programas de energía renovable, porque los combustibles fósiles son
mucho más redituables.
Exxon
Mobil a su vez anunció que “su enfoque tipo láser en combustibles fósiles es
una estrategia sólida, sin considerar el cambio climático –reporta Bloomberg
Businessweek
–, porque el mundo tiene gran necesidad de energía y resulta
‘sumamente improbable’ que ocurran reducciones significativas de carbono”.
Por
tanto, es un error recordar día tras día el juicio de Nüremberg a los lectores.
La agresión ya no es el supremo crimen internacional. No puede compararse
con la destrucción de las vidas de generaciones futuras para obtener mayores
ganancias hoy.

Traducción:
Jorge Anaya

_____________


03-11-2014
EEUU,
el Estado terrorista número uno
Oficial: EU es el mayor Estado
terrorista del mundo y se enorgullece de serlo. Esa debería ser la cabeza de la
nota principal del New York Times del 15 de octubre pasado,
cuyo título, más cortés, dice así: Estudio de la CIA sobre ayuda
encubierta provoca escepticismo sobre el apoyo a rebeldes sirios.
La
nota informa sobre una revisión hecha por la CIA a las operaciones encubiertas
recientes para determinar su efectividad. La Casa Blanca concluyó que, por
desgracia, los éxitos son tan escasos que es necesario reconsiderar esa
política.
Se
incluye una declaración del presidente Barack Obama de que pidió a la CIA
llevar a cabo esa revisión para encontrar casos en los que financiar y
proveer de armas a una insurgencia en algún país haya funcionado bien. Y no
pudieron hallar mucho. Por eso Obama tiene cierta renuencia a continuar con
esos esfuerzos.
El
primer párrafo cita tres ejemplos importantes de ayuda encubierta: Angola,
Nicaragua y Cuba. En realidad, cada uno fue una importante operación terrorista
lanzada por Estados Unidos.
Angola
fue invadida por Sudáfrica, que, según Washington, se defendía de uno de
los más notorios grupos terroristas del mundo: el Congreso Nacional
Africano de Nelson Mandela. Eso fue en 1988.
Para
entonces el gobierno de Ronald Reagan estaba prácticamente solo en su apoyo al
régimen del apartheid, incluso violando las sanciones que su propio
Congreso había impuesto al incremento del comercio con su aliado sudafricano.
Washington
se unió a Sudáfrica en dar apoyo crucial al ejército terrorista Unita de Jonas
Savimbi en Angola. Continuó haciéndolo incluso después de que Savimbi sufrió
una rotunda derrota en una elección libre y cuidadosamente vigilada, y de que
Sudáfrica le había retirado el respaldo.
Savimbi
era un monstruo cuya ambición de poder había llevado abrumadora miseria a
su pueblo, en palabras de Marrack Goulding, embajador británico en Angola.
Las
consecuencias fueron horrendas. Una investigación de la ONU en 1989 estimó que
las depredaciones sudafricanas provocaron 1.5 millones de muertes en países
vecinos, sin mencionar lo que ocurría en Sudáfrica misma. Fuerzas cubanas
finalmente vencieron a los agresores sudafricanos y los obligaron a retirarse
de Namibia, la cual habían ocupado ilegalmente. Sólo Estados Unidos siguió
apoyando al monstruo Savimbi.
En
Cuba, después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, el entonces
presidente estadunidense John F. Kennedy lanzó una campaña asesina y
destructiva para llevar los terrores de la Tierra a Cuba, según
palabras del historiador Arthur Schlesinger, aliado cercano del mandatario, en
su biografía semioficial de Robert Kennedy, a quien se asignó la
responsabilidad de esa guerra terrorista.
Las
atrocidades contra Cuba fueron graves. Los planes consideraban que el
terrorismo culminara en un levantamiento en octubre de 1962, que daría pie a
una invasión estadunidense. Hoy día la academia reconoce que esa fue una de las
razones por las que el entonces primer ministro soviético Nikita Jrushchov
emplazó misiles en Cuba, con lo que se produjo una crisis que se acercó
peligrosamente a una guerra nuclear. El entonces secretario de la Defensa
Robert McNamara concedió más tarde que si él hubiera sido un gobernante
cubano, habría esperado una invasión estadunidense.
Los
ataques terroristas contra Cuba continuaron durante más de 30 años. Desde
luego, el costo para los cubanos fue severo. Los recuentos de víctimas, de los
que apenas si se oye en Estados Unidos, fueron dados a conocer en detalle por
primera vez en un estudio del experto canadiense Keith Bolender, Voices
From the Other Side: an Oral History of Terrorism Against Cuba
 (Voces
desde el otro lado: historia oral del terrorismo contra Cuba
), en 2010.
El
saldo de la prolongada guerra terrorista fue amplificado por un sofocante
embargo, que continúa a la fecha en desafío al mundo. El 28 de octubre pasado,
la Asamblea General de la ONU avaló, por vigésimo tercera vez, la
necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto
por Estados Unidos a Cuba. La votación fue de 188 a dos (Estados Unidos e
Israel) y tres abstenciones de subordinados isleños de Estados Unidos en el
Pacífico.
Hoy
día existe cierta oposición al embargo en altos estratos estadunidenses,
informa ABC News, porque ya no es útil (citando el libro reciente de
Hillary Clinton, Hard Choices). El experto francés Salim Lamrani
pasa revista a los aciagos costos para los cubanos en su libro de 2013 La
guerra económica contra Cuba
.
Apenas
si hace falta mencionar a Nicaragua. La guerra terrorista de Ronald Reagan fue
condenada por el Tribunal Internacional de La Haya, que ordenó a Estados Unidos
poner fin a su uso ilegal de la fuerza y pagar sustanciales
reparaciones de daños.
Washington
respondió intensificando la guerra y vetando una resolución del Consejo de
Seguridad que llamaba a todos los estados –con dedicatoria a Estados Unidos– a
observar el derecho internacional.
Otro
ejemplo de terrorismo se conmemorará el 16 de noviembre, en el 25 aniversario
del asesinato de seis sacerdotes jesuitas en San Salvador por una unidad
terrorista del ejército salvadoreño, armada y entrenada por Estados Unidos.
Bajo las órdenes del alto mando militar, los soldados irrumpieron en la
universidad jesuita para dar muerte a los sacerdotes y a todo testigo,
incluidas su ama de llaves y la hija de ésta.



Este
suceso culminó las guerras terroristas de Estados Unidos en Centroamérica en la
década de 1980, aunque sus efectos aún ocupan las primeras planas, en los
informes acerca de los inmigrantes ilegales, que en buena medida huyen de
las consecuencias de aquella carnicería y son deportados de Estados Unidos para
sobrevivir, si pueden, en las ruinas de sus países de origen.
Washington
también ha surgido como el campeón mundial en generar terror. El ex analista de
la CIA Paul Pillar advierte sobre el impacto generador de resentimiento de
los ataques de Estados Unidos en Siria, que podrían inducir aún más a las
organizaciones yihadistas Jabhat al-Nusra y Estado Islámico a reparar su
ruptura del año pasado y hacer campaña conjunta contra la intervención
estadunidense, presentándola como una guerra contra el Islam.
Esa
es ahora una consecuencia familiar de las operaciones estadunidenses, que han
ayudado a propagar el yihadismo de un rincón de Afganistán a gran parte del
planeta.
La
manifestación más temible del yihadismo hoy día es el Estado Islámico, o Isil,
que ha establecido su califato asesino en vastas zonas de Irak y Siria.
Creo
que Estados Unidos es uno de los creadores claves de esta organización, asevera
el ex analista de la CIA Graham Fuller, prominente comentarista sobre aquella
región. Estados Unidos no planeó la formación del Isil, pero sus
intervenciones destructivas en Medio Oriente y la guerra en Irak fueron las
causas básicas del nacimiento del Isil, añade.
A
esto podríamos agregar la mayor campaña terrorista del orbe: el proyecto global
de asesinato de terroristas lanzado por Obama. El impacto
generador de resentimiento de esos ataques con drones y
con fuerzas especiales debe de ser bastante conocido para requerir mayor
comentario.
Todo
esto constituye un registro que hay que contemplar con cierto horror.

Noam
Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge, Massachusetts (Estados Unidos). Su libro más reciente es Masters
of Mankind: Essays and Lectures, 1969-2013
.
Traducción:
Jorge Anaya

4 Comentarios

  1. Anónimo
  2. FOLLADORDEPROSTIS

    Una de las principales razones xq las mucha gente no vota en las elecciones yanquis es que solo hay 2 partidos para elegir,republicanos y demócratas han gobernado x mas de 100 años,algo parecido a las elecciones cubanas,aunque allá es peor,solo se puede elegir candidatos de 1 solo partido,el partido comunista cubano,ojalá los intelectuales de izquierda también criticaran las falsas elecciones cubanas,tan falsas como las yanquis.

    Responder
  3. Anónimo

    Totalmente de acuerdo con Atilio,en EEUU el poder real lo tiene ese complejo militar,industrial y financiero aunque la prensa hegemónica mundial diga que Obama es el "hombre más poderoso de la Tierra".EEUU cometió muchos crímenes en todo el mundo(Hiroshima,Vietnam,apoyo a dictaduras Latinoamericanas,etc) y se atreve a hablar sobre derechos humanos y cuestionar a otras naciones .Saludos a Atilio Boron,gran pensador Latinoamericano.Viva la Patria Grande!. Ruben.

    Responder

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Sobre el Autor de este Blog

Atilio Alberto Borón (Buenos Aires, 1 de julio de 1943) es un politólogo y sociólogo argentino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.

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