«El pueblo palestino ya es libre” Discurso de la compañera Arwa Abu Hashhash, militante del Partido Popular Palestino
octubre 20, 2023

(pronunciado en la conferencia Dilemas de la Humanidad que organizara el  Instituto Tricontinental de Investigación Social y que tuvo lugar en Johannesburgo, entre el 14 y el 18 de octubre del corriente año.)

Permítanme hablar en nombre de la delegación palestina que debía estar ahora entre nosotros pero que no ha podido asistir debido a las difíciles circunstancias y al asfixiante bloqueo que soporta actualmente el pueblo palestino. En este momento, mientras me dirijo a ustedes, el pueblo asediado de Gaza y Palestina se enfrenta a una operación genocida por parte de las fuerzas de ocupación fascistas sionistas. Por decimosegundo día consecutivo, la maquinaria de guerra israelí sigue masacrando personas palestinas, con el resultado de la muerte de niños, mujeres, jóvenes y personas mayores. Desde el 7 de octubre, más de 3.400 palestinos, muchos de ellos niños y niñas, han sido martirizados. Decenas de familias han sido completamente borradas del registro civil tras el martirio de varias generaciones, y se ha producido una terrible destrucción de infraestructuras, como hospitales, escuelas, mezquitas, iglesias, edificios gubernamentales y medios de comunicación. Esto ha provocado el desplazamiento de sus hogares de más de un millón de personas en Gaza, junto con un asedio asfixiante y un intento de matar de hambre a los más de 2 millones de habitantes de la región cortando todos los alimentos, medicinas, suministros de combustible, agua y electricidad.

El genocidio del pueblo palestino cuenta hoy con el apoyo inequívoco de las potencias imperialistas del mundo, principalmente Estados Unidos y algunos países occidentales aliados. Estos países están haciendo un terrible pero inútil intento de redefinir la esencia del conflicto palestino-israelí como una cuestión de terrorismo, comparando al pueblo palestino y su resistencia con ISIS, y poniendo a Hamás y al pueblo palestino en el mismo saco dentro de lo que ellos llaman la “Guerra contra el terror”. En su esfuerzo deliberado por establecer esta narrativa, estas potencias pretenden en primer lugar legitimar las matanzas y los crímenes cotidianos cometidos por Israel. Pretenden cegar al mundo ante la verdad que se esconde tras el actual conflicto y siguen ignorando y eludiendo la realidad de que la causa palestina es una cuestión de liberación nacional.

Al reunirnos hoy desde todas partes del mundo para debatir la crisis del sistema capitalista —para que podamos proponer alternativas para superar este sistema y formular una alternativa socialista— nos enfrentamos a una de las tareas más fundamentales, que requiere que identifiquemos con precisión las herramientas de este sistema. Para comprender la naturaleza del actual conflicto en Palestina, es crucial entender la ocupación israelí en la región árabe y del Magreb como una herramienta fundamental y una base militar avanzada que sirve a los intereses de los imperialistas en la región y asegura su control y hegemonía. Esto forma parte de la batalla de ideas, en la que hemos insistido repetidamente en nuestro trabajo en curso a través de Dilemas de la Humanidad.

Israel, que no existía hace 75 años, se estableció mediante uno de los actos de limpieza étnica más violentos de la historia moderna con el apoyo inquebrantable del imperialismo británico de la época y, más tarde, del imperialismo estadounidense junto con el francés y otras fuerzas europeas. Cuando estas potencias imperialistas trataron de apoderarse de los recursos de nuestra región y explotar sus riquezas, sus intereses convergieron con los del movimiento sionista, que se propuso resolver los problemas del pueblo judío en Europa estableciendo el Estado de Israel y colonizando tierras palestinas, desplazando a su población.

 

Malak Mattar (Palestina), Giving Birth in a Prison Cell [Dando a luz en una celda], 2022.

Estas fuerzas imperialistas, con Estados Unidos a la cabeza, han seguido apoyando y justificando la brutal agresión diaria del Estado de Israel contra las y los palestinos. Esta agresión incluye el robo de tierras, la demolición de viviendas, la construcción de asentamientos ilegales y el arresto, detención, humillación y asesinato diario de jóvenes, mujeres y personas mayores inocentes en Palestina.

Israel, tras apoderarse de la mayor parte de Palestina en 1948 y desplazar a casi 800.000 personas —la inmensa mayoría de la población en aquel momento— [en un acto de limpieza étnica conocido como Nakba] reocupó lo que quedaba de la Palestina histórica al apoderarse de Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967. Desde entonces, Israel ha violado persistentemente todos los acuerdos internacionales construyendo más de 200 asentamientos ilegales, cada uno de ellos con miles de viviendas en las que ahora residen más de 700.000 colonos. La construcción de estos asentamientos implica no solo la confiscación de miles de hectáreas de tierra palestina, privando a muchas personas de sus tierras y medios de subsistencia básicos, sino también la separación de ciudades y pueblos palestinos entre sí, dificultando la circulación y movilidad de la población palestina y socavando la posibilidad de establecer un Estado contiguo, incluso en las zonas que todo el mundo reconoce como territorio palestino.

Además, Israel sigue reteniendo a más de 5.000 palestinos, entre ellos 1.264 “detenidos administrativos” recluidos sin cargos ni juicio —práctica prohibida por el derecho internacional—, así como a 170 menores de 16 años y 30 mujeres. Más de 1.000 de estos presos padecen diversos problemas de salud, 200 de ellos enfermedades crónicas, y se enfrentan a una negligencia médica deliberada por parte de las autoridades penitenciarias israelíes. Esto incluye no proporcionar los medicamentos necesarios, negar procedimientos quirúrgicos esenciales y mantener a los detenidos enfermos en confinamiento en lugar de proporcionarles atención médica en clínicas u hospitales.

 

Malek Mattar (Palestine), When Family Is the Only Shelter, 2021.

 

Gaza, a la que Israel somete hoy al genocidio más brutal utilizando cantidades descomunales de explosivos pesados y armas prohibidas internacionalmente, lleva más de dieciséis años sometida a un asedio asfixiante. Durante este asedio y bloqueo, Israel ha emprendido más de seis guerras sangrientas, que han causado miles de muertes, decenas de miles de personas heridas, muchas de las cuales sufrieron discapacidades permanentes, y el desplazamiento de tantas familias. Gaza se ha convertido en una prisión al aire libre para dos millones de palestinos y palestinas. Cientos de hogares, escuelas, universidades, lugares de culto y centros de salud han sido bombardeados y destruidos, lo que ha provocado una persistente crisis de desplazamiento para la población palestina, que en su mayoría ya eran refugiados expulsados de sus tierras durante la Nakba de 1948. En la actualidad, existe un intento explícito por parte de Israel de desplazar por la fuerza a quienes residen en Gaza, intento que no ocultan sino que expresan abiertamente en diversas emisiones de televisión.

Ante las consecuencias de la brutal colonización que el pueblo palestino ha soportado durante más de 75 años, las potencias imperialistas y sionistas occidentales han propagado un sinfín de falsedades para justificar su inquebrantable apoyo [a Israel]. Esto va desde describir la tierra palestina como “una tierra sin pueblo”, intentar describir el conflicto entre palestinos y colonos israelíes como una lucha religiosa y, más recientemente, enmarcar el conflicto como una guerra contra el terrorismo.

Hoy tenemos la tarea fundamental de desmantelar esta narrativa imperialista occidental y sustituirla por la verdadera historia del pueblo palestino, su lucha legítima y su resistencia por su liberación y sus derechos.

Hoy también estamos librando otra batalla, la batalla de las emociones, en la que siempre hemos hecho hincapié en nuestro trabajo en la Asamblea Internacional de los Pueblos (AIP). En esta batalla, las fuerzas imperialistas tratan de despojar a la humanidad, incluido el pueblo palestino, de su creencia en la viabilidad y el potencial de la resistencia y, en su lugar, difunden un discurso basado en la frustración y la derrota. Lo que ocurrió el 7 de octubre es parte integral de la lucha del pueblo palestino durante los últimos 75 años. La resistencia contra el colonialismo y la ocupación es un derecho humano justo, protegido por todas las leyes internacionales. Cualquier intento de presentar lo ocurrido como un «ataque» o «terrorismo» es encubrir el terrorismo del Estado ocupante y un intento de legitimarlo.

El pueblo palestino necesita hoy urgentemente la solidaridad más amplia posible de todos los pueblos libres. Este llamamiento a la solidaridad no se hace desde una posición de solidaridad humanitaria o simbólica, sino que es parte integrante de nuestra lucha común. Lo que ocurre hoy en Palestina no está aislado de lo que ocurre en India, Irak, Haití, Venezuela, Cuba u otros lugares. La derrota de los ataques imperialistas en una región es una victoria para todos nosotros y nosotras.

Permítanme dar las gracias a todos los movimientos sociales que actúan en solidaridad con el pueblo palestino y hacer extensivo mi agradecimiento a la AIP, que siempre ha abrazado la causa de Palestina. Es cierto que la máquina de matar israelí sigue cobrando vidas, pero creemos que esto no hará sino reforzar nuestra determinación de seguir resistiendo. Permítanme concluir con una cita del poeta comunista palestino Muin Bseiso: “Sí, podemos morir, pero arrancaremos la muerte de nuestra tierra”.

¡Victoria para la resistencia! ¡Libertad para Palestina!

 

Heba Zagout (Palestina), Jerusalem Is My City [Jerusalén es mi ciudad], 2022.

Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/palestina-2/

 

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Sobre el Autor de este Blog

Atilio Alberto Borón (Buenos Aires, 1 de julio de 1943) es un politólogo y sociólogo argentino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.

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