Publicada en Página/12
El 19 de diciembre Página/12 publicó un artículo de mi autoría titulado “Venezuela, y después China”. En la parte conclusiva de esa nota decía, textualmente, que “Beijing tiene que enviar una señal clara y rotunda exigiendo el fin de la agresión militar a Venezuela. Y para ello se requiere mucho más que palabras. La única opción, o tal vez la mejor sin ser la única, es emular lo hecho por Estados Unidos e imponer un bloqueo integral marítimo y aéreo sobre Taiwán, pero sin abrir fuego o disparar sobre pequeñas embarcaciones como hizo Estados Unidos.” Y, como consecuencia de lo anterior, la conclusión de que “China tiene que actuar sin más pérdida de tiempo para evitar que la pesadilla hobessiana de la ley del más fuerte impere en el sistema internacional. El bloqueo de Taiwán es su única carta. No sólo para defender a Venezuela sino para prevenir una futura agresión por parte de Estados Unidos.”
El disparador de esta política fue “la aprobación por EE.UU de un paquete de armas a Taiwán por más de 11.000 millones de dólares”, lo que según Beijing “vulnera la soberanía, la seguridad y la integridad territorial de China”. Por su parte, el comunicado oficial de las autoridades taiwanesas “condena enérgicamente a las autoridades chinas por ignorar las normas internacionales y utilizar la intimidación militar para amenazar a los países vecinos.”
Desgraciadamente, no hay registros que indiquen que el gobierno de Taiwán se haya manifestado en idéntico sentido ante el desplazamiento de la flota de mar de Washington hacia las inmediaciones de la República Bolivariana de Venezuela, todo lo cual constituye un claro acto de violación de las leyes internacionales y el empleo de la intimidación militar a los efectos de precipitar un “cambio de régimen” en Venezuela y apoderarse de sus inmensas riquezas petroleras. Escandalosa doble vara la de Taipei.
Habrá que estar atento a como sigue el curso de los acontecimientos. Pero sin duda la audaz movida de China modifica la correlación de fuerzas en el tablero internacional y obligará a los halcones de Washington a pensar tres o cuatro veces antes de escalar su agresión a Venezuela. Porque, en caso de hacerlo, el frágil equilibrio existente en el Mar del Sur de la China se rompería y el gigante asiático podría verse tentado a “resolver” la cuestión de Taiwán apelando también él a la fuerza, algo que Washington no podría observar con indiferencia porque tal cosa redefiniría radicalmente las prioridades y la agenda de política exterior establecidas en su recién publicada Estrategia de Seguridad Nacional.











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