YPF: el debate continúa.
mayo 8, 2012

Continúa el debate en torno a la re-nacionalización de YPF. Nuevo intercambio, fraterno, de opiniones entre Antonio Elías y Luis Lafferriere. Un debate que deja mucho para aprender y que ojalá se reitere en otros ámbitos de la vida política nacional. En primer lugar, la opinión de la colega Clarisse Castilhos, del Brasil, sobre la discusión precedente. Luego, Antonio Elías examina las críticas que le formulara Luis Lafferriere. Finalmente, la intervención de este con la que se concluye el debate. Y ahora, agrego yo, estamos más preocupados que antes sobre los resultados que podrían derivarse de la «renacionalización» de YPF (ahora sí, con comillas) y el probable agravamiento de la crisis energética ante la -al menos hasta ahora- ausencia de políticas en relación a las otras empresas que producen más de las dos terceras partes del petróleo que se extrae de nuestro subsuelo.

Clarisse Castilhos, de Brasil, se refiere al debate sobre YPF
entre Antonio Elías y Luis Lafferriere y dice que:
 

Compas:

este debate
me pareció extremamente rico, yo estaba convencida de lo positivo y soberano
que era la «nacionalizacion» de YPF y ahora veo al reves. (perdonen
por el portuñol…). Además cré si que hay muchas coincidencias con el
«neo-desenvolvimentismo» de Dilma que pasa una aparencia nacionalista
que esconde la desnacionalizacion de las tierras, agua y la destruction
ambiental
. Todo eso que el PAC (Programa Acelerado de Crecimiento) representa y que en verdad esta abriendo el
camino para las multinacionales en busca de nuevos espacios para invertir.
Abrazos
sororales,
Clarisse
Castilhos


Antonio Elías, en respuesta a críticas formuladas
por Luis Lafferriere
Estimado Luis, es muy bueno debatir y en ese
sentido bienvenida sus opiniones, pero entiendo que sus discrepancias, en
general,  no se corresponden con lo señalado en la entrevista. 
Tenemos, sin duda, diferencias de énfasis, yo hago eje principal en el legítimo
derecho de cualquier país que en el marco de su soberanía fije límites a las
maniobras de una empresa transnacional que, como toda empresa capitalista,
opera para maximizar beneficios, sin considerar los intereses nacionales y
populares. A la vez que apunto, también, contra empresarios y sectores del
gobierno uruguayo que pretenden aprovechar la situación para captar inversiones
extranjeras y ocupar mercados que pudiera perder la Argentina. 
Usted hace énfasis fundamental en inscribir la
medida en un cuestionamiento general de la política económica del gobierno de
los Kirchner.  Si yo fuera  argentino probablemente haría similares
énfasis que usted, pero visto desde afuera, en este caso como uruguayo, hago
hincapié en aquellas cuestiones que permitirían avanzar el proceso de lucha
ideológica en mi país y en todos aquellos países que han hecho un culto del
respeto a las reglas de juego del capital, en particular del transnacional.
(clic abajo en Más Información)

 

A continuación transcribo una serie de párrafos de
su crítica y de la entrevista donde se puede observar que muchas de las cosas
que usted señala son coincidentes con las que yo planteo, obviamente con las
diferencias de énfasis señalada anteriormente. 
Usted dice: La ‘nacionalizada’ YPF seguirá siendo una Sociedad Anónima sin control
del Estado, en manos de De Vido y su gente (sospechados y acusados de numerosos
actos de corrupción). Para “reafirmar la soberanía argentina” ahora sale a
buscar inversores de los Estados Unidos. Ya se sabía de conversaciones con la
Exxon y la Chevrón, grandes transnacionales piratas del centro del imperio. No
es casualidad que la decisión de expropiar el 51% de las acciones de REPSOL se
haya tomado al día siguiente de la reunión que tuvo nuestra Presidenta con
Obama.
Ahora cambiamos el socio mayor, con las mismas
normas entreguistas de Menem y Kirchner. Los decretos de desregulación de los
años ’90 siguen vigentes, lo mismo que las leyes que en este siglo le dieron
más beneficios a las transnacionales. Eso garantiza que la renta de las
riquezas hidrocarburíferas seguirá acaparada por las empresas extranjeras, y
que los precios de los combustibles y las tarifas seguirán subiendo. Y nosotros
contentos con el cuento (el popular relato K) de que somos soberanos.
Yo digo: “El gobierno argentino ejercido por los Kirchner se ha
caracterizado por mantener una política económica heterodoxa, claramente
diferenciada de los lineamientos de los organismos internacionales – como las
que llevan adelante sus socios del Mercosur -, aunque simultáneamente
se profundizo la apertura a la inversión extranjera directa.
Más aún, en este caso la “nacionalización”, consistiría
en “expropiar a una transnacional”, una parte de una
Sociedad Anónima, para hacer un contrato de explotación con otra transnacional
que realice las inversiones necesarias
 para garantizar la explotación
de nuevos yacimientos.”
Usted dice: Respecto de la supuesta política heterodoxa del actual gobierno y
diferenciada de los lineamientos de los organismos internacionales, es muy
discutible. La deuda pública de origen fraudulento, que ya se pagó varias
veces, sigue siendo pagada puntualmente (sólo una parte de los intereses, ya
que ni siquiera alcanza para cubrir ese concepto, y por lo tanto crece cada año
más de 10 mil millones de dólares). Continuar pagando el tributo a los usureros
sin siquiera auditar la deuda (a pesar de denuncias y fallos judiciales que
desnudan la ilicitud) no es una muestra de heterodoxia.
Compañero, debe haber múltiples cosas que coincidan
con la ortodoxia económica pero, sin lugar a dudas, la política económica
Argentina es muy diferente a la que impulsan los organismos internacionales y
las que se aplican en Brasil y Uruguay.
Usted dice: No se puede afirmar que la decisión se toma en el marco de una
supuesta soberanía, ya que en el conjunto de las leyes y las políticas
oficiales vigentes, las principales beneficiarias de los recursos
hidrocarburíferas argentinos son y siguen siendo las grandes transnacionales
extranjeras (y donde nuestra soberanía brilla por su ausencia).
Yo digo: Esta  expropiación es una medida puntual contra
una empresa transnacional que no funciona de acuerdo a los intereses nacionales
definidos por el gobierno argentino.Es una medida soberana – ejercida dentro
del marco legal de la República Argentina – valiente y respetable, pero no se
inscribe, al menos por ahora,  en un proceso de nacionalizaciones o
estatizaciones contra el capital transnacional o las potencias centrales
.
Pretende sí, de acuerdo a lo declarado, subordinar o, al menos,
conciliar los intereses de las transnacionales con los intereses nacionales, lo
cual no es poco.
Usted dice: Es falso también el argumento de que la decisión obedece a que la
empresa no reinvertía, ya que fue el propio gobierno el que generó esa
situación, cuando armó el ingreso del grupo Esquenazi (empresario amigo K) que
se quedó con el cuarto del paquete accionario sin poner un peso, puesto que su
parte se pagaría con los aumentos de combustibles (que pagamos todos los
argentinos) y con la distribución de las mayores utilidades logradas a través
de esos aumentos.
Yo no digo nada al respecto: que REPSOL no reinvertía, eso lo dice el gobierno
argentino. Arriba en negrita vera que digo “de acuerdo a lo declarado”.
Usted dice: Finalmente, creo que tampoco es acertada la afirmación de que la
Argentina sufrirá represalias por esta medida sobre Repsol, ya que al tratarse
de un país capitalista en profunda crisis y en retirada, no tiene poder como
para encabezar una acción que afecte al país, máxime considerando que el resto
de los países centrales tienen fuertes inversiones en nuestro territorio, y que
con esta medida tendrán aún mayores oportunidades de negocios.
Yo digo, contestando a la pregunta si habrá represalias: Por supuesto que
sí, el poder que es efectivamente cuestionado recurre, casi mecánicamente, a
una política de castigos ejemplarizantes para evitar que el  precedente,
“expropiador” en este caso, se repita en otros ámbitos o países.
El gobierno de Madrid está convocando a la Unión
Europea a una cruzada contra los “infieles expropiadores” argentinos, pero puede
existir mucha distancia entre las “amenazas” y las posibilidades reales de
cumplirlas
Incluso cumpliendo las amenazas estas pueden no tener
el efecto destructivo esperado. 
Usted dice: En síntesis, creo que la decisión del gobierno argentino obedece a
una necesidad imperiosa de caja y de aminorar el gigantesco déficit externo que
provocó su propia política hidrocarburíferas. Pero no modifica sustancialmente
la situación de crisis energética, de dependencia neocolonial y de saqueo de
las riquezas por parte de las grandes transnacionales que controlan la economía
del país.
Yo digo: contestando la pregunta ¿Es este  un nuevo camino del
antimperialismo
No, no lo es, salvo que sea parte de una
estrategia con objetivos mayores que desconocemos.
Es este punto usted agrega una
explicación para la expropiación, que yo no consideré, las necesidades de caja
del gobierno argentino. Seguramente es un punto importante a desarrollar
analíticamente y verificar empíricamente.   
Esperando que está respuesta sirva para precisar
posiciones, lo saludo cordialmente.  Antonio
————————-
Respuesta de Luis Lafferriere:
Estimado Elías, le agradezco mucho que se haya tomado el tiempo para
responderme, y le pido que tome mis opiniones en un sentido de debate fraterno.

Me alegra saber que coincidimos en casi todo, y personalmente creo que el
énfasis diferente de cada uno se debe en que desde afuera del país, uno puede
tomar la decisión gubernamental respecto de YPF para reafirmar principios de
derecho soberano que debe hacer valer cualquier nación dentro de su territorio.

Pero desde la perspectiva de lo que se juega dentro de nuestro país, es
indudable que la operación YPF tiene otro significado muy distinto, ya que como
en otros casos anteriores, se aprovecha de manera distorsionada para ocultar
otras cosas y justificar la continuidad esencial de un proyecto político
impulsado por las grandes corporaciones transnacionales y el capital financiero
internacional. Para lograr el consenso necesario (que habían perdido los
sectores dominantes con la crisis del 2001-02) el sistema partidocrático
cumple la función de legitimar ese proyecto y restaurar el orden alterado (aunque
de manera provisoria y con la ayuda de un contexto internacional
excepcionalmente favorable por los precios de nuestros productos exportados).

Ni qué decir del peligro que corremos de que esta operación (que aparentemente
está a contramano de todo lo que hizo el kirchnerismo desde los años ’90 hasta
la fecha) se realice para salvarle los trapos a Repsol, que tenía una deuda de
9 mil millones de dólares y además debía invertir para explorar. Ahora de todo
eso se hará cargo el Estado (privatizaron las ganancias y estatizan las
pérdidas y los costos). Tal vez el peligro mayor resida en que esta SA, sin los
controles del Estado, además de dilapidar la gigantesca caja que significa la
facturación anual de YPF, sea utilizada para negociar la entrega de los yacimientos
de gas no convencional (somos el tercer reservorio de esta nueva fuente
energética a nivel mundial), sin los debidos controles y participación del
parlamento nacional, y además evitar las seguras reacciones que se generarán a
nivel popular por el impacto destructivo fenomenal en términos ambientales, ya
que pondrán por delante no una multinacional que quiere realizar semejante acto
de ecocidio, sino que será «nuestra empresa».

Nuevamente gracias por su respuesta.
Cordial saludo.


Luis

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Sobre el Autor de este Blog

Atilio Alberto Borón (Buenos Aires, 1 de julio de 1943) es un politólogo y sociólogo argentino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.

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