(Por Atilio A. Boron) Siempre es difícil despedir a un amigo, máxime cuando se trata de un sabio como Noé Jitrik. Y apelo a ese vocablo en los dos sentidos del mismo. Uno, el más usual y corriente, referido a los excepcionales conocimientos de los que dispone una persona. El otro, menos socorrido, remite a la sensatez, la prudencia, el equilibrio con que un sujeto enfrenta los grandes desafíos que le plantean las circunstancias históricas. En ambos sentidos Noé fue un sabio, al que nos toca despedirlo en medio de una profunda congoja.
Sabía ya de su notable reputación en el mundo de las letras a comienzos de los años sesenta. Pero como joven estudiante y graduado en Sociología las aportaciones y los debates literarios estaban fuera de mi horizonte de visibilidad: las grandes huelgas obreras de la época, el control obrero de las fábricas tomadas y la supuesta inminencia de la revolución latinoamericana saturaban todas mis neuronas. Pero una década más tarde el exilio mexicano me puso en contacto directo con él y por largos años, entre 1976 y comienzos de 1984, disfruté de su amistad y la sabiduría que prodigaba en cada conversación. Sentarse a tomar un café con él en un Sanborns de la ciudad de México o en la cafetería de El Colegio de México equivalía a darse un baño de cultura humanística, en donde la literatura, la filosofía, la política y la historia se combinaban de mil formas pero no por un capricho narcisista del maestro sino siempre concebidas como aportes para develar las claves de la coyuntura en la Argentina de los años de plomo y, en general, de los desafíos que enfrentaban los pueblos de Nuestra América. Dueño de un saber enciclopédico y de una prodigiosa memoria Noé me deslumbró una vez más, hace siete u ocho años, cuando el azar nos juntó en un mismo hotel en San Juan a propósito de un evento que organizaba la Universidad Nacional. Nos sentamos en una misma mesa para desayunar y no recuerdo que fue lo que dije al pasar acerca de Domingo F. Sarmiento para que Noé diera rienda suelta a una larga y vivaz exposición acerca de la figura del controversial sanjuanino. No sólo de sus más conocidas contradicciones sino detalles recónditos de su vida cotidiana; de la relación con su madre; de la tragedia de la Guerra del Paraguay que segó la vida de su hijo adoptivo, Dominguito (en realidad Domingo Fidel Sarmiento); de sus viajes por Europa, Latinoamérica, África y Estados Unidos; de la prolijidad con que registraba la cuenta de sus gastos oficiales, incluyendo aquellos destinados al pago de las orgías en las que participaba; su admiración y repulsa simultáneas del gaucho y los caudillos; su desprecio por esa “oligarquía con olor a bosta de vaca” que desde el Senado frenaba sus más avanzados proyectos y sus permanentes conflictos con la recién creada Sociedad Rural Argentina. Pocos años antes de su muerte, escandalizado por la progresión de la deuda externa argentina durante la presidencia de Juárez Celman, Sarmiento escribió unos versos que podrían ser utilizados para describir la herencia que, siglo y medio después, nos legaría el macrismo. Decían así: “Calle Esparta su virtud, sus hazañas calle Roma, ¡Silencio!, que al mundo asoma, la gran deudora del sur.” En poco más de una hora Noé improvisó una inolvidable conferencia sobre Sarmiento cuyos detalles recuerdo vívidamente al día de hoy. Y podría haber hecho lo mismo hablando de Mitre, Echeverría, Rosas, Andrés Bello, Jorge Luis Borges, José Hernández, García Lorca, Alfonso Reyes, Juan Rulfo, Alejo Carpentier; tal era su sapiencia.
Pero Noé también fue un sabio cuando, en México, se desempeñó como Secretario del CAS, Comité Argentino de Solidaridad entre 1977 y 1983. Allí demostró una extraordinaria dosis de sensatez, equilibrio y prudencia que hizo posible la convivencia entre las distintas facciones políticas que se dieron obligada cita en el exilio mexicano. En medio de interminables polémicas, donde las acusaciones de las distintas fuerzas políticas acerca de la responsabilidad ante la tragedia argentina se cruzaban sin solución de continuidad supo contener las ásperas discusiones entre “montos”, “troskos”, radicales, peronistas, independientes de izquierda y hasta algún que otro socialista, todos discretamente espiados por los servicios de inteligencia del gobierno priísta de turno, que a su vez remitían sus informes hacia el Norte, ya sabemos a qué agencia. Pese a estos por momentos violentos altercados Noé supo mantener al CAS como una casa común para todo el exilio argentino, colaborar con los exiliados de otros países y neutralizar las tendencias rupturistas o secesionistas. Doy fe que durante esos años hizo gala de una paciencia y una mesura por momentos infinitas, en situaciones en las cuales muchos de nosotros habríamos sido presas de un ataque de furia y echado a puntapiés a los revoltosos. Pero él nunca perdió la calma, nunca dejó de razonar. “¡Pensemos un poco, che!”, solía decir en medio del vendaval de pasiones sectarias. ¡Y los contendientes pensaban! Con su “muñeca política”, es decir, su sabiduría, logró mantener la imprescindible unidad del exilio argentino hasta nuestro retorno al país, en los primeros meses de1984. No hay palabras suficientes para agradecer el servicio que prestó a cada una y cada uno de quienes estábamos exiliados en México.
Por todo lo anterior siento que la Argentina se resiente en su fibra intelectual y moral con la partida de un hombre como a Noé. Tuve la fortuna de conservar su amistad a lo largo de todos estos años y que, en mayo de 2019, accediera a deleitar a la concurrencia con los comentarios que hiciera durante la presentación de mi libro El Hechicero de la Tribu. Mario Vargas Llosa y el Liberalismo en América Latina en la Feria del Libro de Buenos Aires. Sólo resta desear, como es de rigor, que su alma descanse en paz y enviar un abrazo solidario a su viuda, la notable escritora Tununa Mercado, y a sus hijos, Magdalena y Oliverio.
Estimado Atilio, que mal estaremos en la actualidad que señores como el que usted está aludiendo solo lo conocemos en su obituario. Le agradezco una vez más revelarme a una persona que desde ya buscaré en las redes para saber más de él. Un gusto como siempre.
Que falta le esta haciendo al mundo pensadores cómo el, que Dios lo tenga en la gloria.
Cuantás perdidas para quienes leemos Página… Yo esperaba cada semana para disfrutar de las palabras sabias de Noé, de Juan, de José Pablo, de Horacio. Todos nos invitaban a pensar y a luchar desde y por lo colectivo… imprescindibles que ya extrañamos mucho. Hay muertes que nos provocan desamparo, sin dudas.
Excelente dibujo(escrito) de esta gran persona, gran intelectual, de «gran muñeca política» como dice Atilio Borón que supo albergar con absoluta solidaridad, compromiso y responsabilidad el CAS donde los sábados a la noche nos reuníamos a degustar platos no sólo latinoamericanos sino de cualquier lugar del mundo que alguien supiera preparar. La generosidad, sencillez, solidadridad, caracterizó a Noé y Tununa durante los años de exilio que compartimos y recordamos con afecto . Fuerte abrazo a la familia.
Y,sí, emocionante su comentario.
Lamentablemente,la perdida de estos notables pensadores,que casi como verdaderos profetas de nuestro tiempo,no solo denuncian,tanta iniquidad,sino que se constituyen como notables militantes del conocimiento,la justicia y la verdad,se transforman en seres imprescindibles,para nuestra vida,ya que guían a la humanidad,hacia caminos de luz ,ante esta realidad tan triste.
Hermoso recuerdo del maestro Jitrik.
Hace unos años tuvimos el honor de conocer a Noé en la Feria del Libro en Quito. En algún momento de la Feria, Profesor Jitrik sintió los efectos de los casi tres mil metros de altura de esta ciudad, y empezó a sentir el mareo que acompaña el soroche.
Silvia y yo ofrecimos llevarlo a nuestra casa donde podía descansar, y donde le servimos una tasa de té de coca para aliviar los síntomas del apunamiento.
Tuvimos una linda conversación con Noé, un verdadero privilegio, y a poco rato empezó a sentirse mejor, de manera que le llevamos de vuelta a la Feria.
Un muy grata experiencia para nosotros el poder conocer, y ayudar al maestro en su visita al Ecuador.
Sentimos mucho su fallecimiento y siempre lo recordaremos.
Un abrazo enorme.
Me conmovieron tus palabras. Si, gracias Noe por el cuidado que nos diste en Mexico. Fuiste mi sinodal de tesis en La UNAM. Crei que no me recordabas. Pero un torrido verano cordobes llegaste a mi casa, y pasamos una tarde en la Lsguna Azul, con nuestros hijos
Atilio, gracias por compartir tu emocionado homenaje a Noe, un grande entre los grandes, a quien tambien tuve el honor de conocer. En nuestro ultimo intercambio epistolar celebramos que nuestros respectivos padres hubieran sido obreros ferroviarios.
Cuánta emoción Atilio!!! Maravilloso y a la vez tristísimo recordatorio! Gracias por compartirlo.
Hola Compañero,ya lo lei muy temprano,lo RT y comparti,y un amigo que vive en MEXIDO ,Escritor,me llamo por telefono para comentarlo me dijo que esta excelente,gracias Atilio,Le saludo con un gran abrazo Compañero-H.L.V.S.
Excelente Articulo, como siempre, gracias mi Atilio querido. Un abrazo inmenso y lleno de cariño.
Pamela
Atilio.
Es la vida.
Los hombres se van,quedan sus enseñanzas y sus saberes.
Es duro la partida de un amigo…
Con sentimientos.
Magnifico homenaje a Noe Jitrik, como siempre Atilio a la altura de las circunstancias, abrazo grande !!
Un aporte esclarecedor, vívido de Atilio, sobre una figura como Noé Jitrik, que conocía y leí pero superficialmente. Me enriqueció.