Mario Vargas Llosa no siempre pensó como piensa hoy. Fue durante seis años (1965-1971) colaborador de Casa de las Américas y asiduo visitante de Cuba. El lamentable incidente que se originó en relación al escritor cubano Heberto Padilla, una de cuyas poesías fue calificada de «contrarrevolucionaria» y su autor enviado por poco más de un mes a la cárcel, hasta su posterior autocrítica, fue en buena medida producto del clima de la época y del espíritu de ciudadela sitiada que asfixiaba a Cuba desde los orígenes de la Revolución, lo que podía convertir en herejías manifestaciones culturales de escasa trascendencia. Muchos escritores amigos de Cuba, como Sartre, Paz, Cortázar y el propio Vargas Llosa, se solidarizaron con Padilla. En desacuerdo con lo actuado en relación a Padilla Vargas Llosa renunció al cargo que ocupaba en el Comité de la revista de Casa de las Américas. Pero el 29 de mayo de 1971 creyó necesario entregar a la prensa una declaración en la que aclaraba los alcances de su postura crítica. Vale la pena leerla y, después, preguntarse qué ocurrió a continuación y que fue lo que hizo que Vargas Llosa cambiase como cambió, que de un ardiente defensor de la Revolución Cubana pasara a a convertirse en uno de sus más viciosos detractores. El extraordinario viraje de su pensamiento es uno de los misterios más intrincados de la literatura y la política latinoamericana. En esa declaración, que reproducimos textualmente a continuación, el autor de Conversación en la Catedral decía que:
“Cierta prensa está usando mi renuncia al comité de la revista Casa de las Américas para atacar a la Revolución Cubana desde una perspectiva imperialista y reaccionaria. Quiero salir al frente de esa sucia maniobra y desautorizar enérgicamente el uso de mi nombre en esa campaña contra el socialismo cubano y la revolución latinoamericana. Mi renuncia es un acto de protesta contra un hecho específico que sigo considerando lamentable, pero no es ni puede ser un acto hostil contra la Revolución Cubana, cuyas realizaciones formidables para el pueblo de Cuba son llevadas cabo en condiciones verdaderamente heroicas, que he podido verificar personalmente en repetidos viajes a la isla. El derecho a la crítica y a la discrepancia no es un privilegio burgués. Al contrario, sólo el socialismo puede asentar las bases de una verdadera justicia social, dar a expresiones como “libertad de opinión”, “libertad de creación”, su verdadero sentido. Es en uso de ese derecho socialista y revolucionario que he discrepado del discurso de Fidel sobre el problema cultural, que he criticado lo ocurrido con Heberto Padilla y otros escritores. Lo hice cuando los acontecimientos de Checoslovaquia y lo seguiré haciendo cada vez que lo crea legítimo, porque esa es mi obligación como escritor. Pero que nadie se engañe: con todos sus errores, la Revolución Cubana es, hoy mismo, una sociedad más justa que cualquier otra sociedad latinoamericana y defenderla contra sus enemigos es para mí un deber más apremiante que honroso.”
Profundiza el análisis en otra nota Atilio, es un placer leerte. Un abrazo.
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Gran hallazgo.
Què le ocurriò a Vargas Llosa debe ser algo difícil de explicar, incluso para sí mismo.
En fin, gran hallazgo.
Ignacio.
Simples, As pessoas progridem, se atualizam. É o caso de Vargas Llosa e diversos outros, como eu, que um dia acreditaram num sonho que virou pesadelo. Cuba Libre da Dinastia Castro.
¿Qué sucedió Sr. Boron?
A mí no se me ocurre otra cosa que todo hombre tiene un precio, y que llegado el caso le interesó más la fama, el marketing para que sus libros se vendieran más que los de otros autores, su reconocimiento en el mundo anglosajón.
Igual es muy simple mi ocurrencia, pero creo que todos tenemos nuestro talón de Aquiles, algunos en el bolsillo y en una aureola de neón, otros dentro, en sus principios y sus valores.
Otra cosa, estoy encantada de haber llegado a sus escritos, a los suyos Atilio.
Rosanna