Más allá de Ucrania
El reconocido analista internacional habla de una «intervención preventiva» de Rusia frente a la expansión de la OTAN. Biden, Putin y la desnazificación.
4 de marzo de 2022
Atilio Boron es uno de los analistas políticos más destacados que tiene nuestro país. Con una vasta trayectoria en el ámbito académico y conocedor como pocos del escenario internacional, el sociólogo y politólogo viene siguiendo de cerca el conflicto que por estos días tiene en vilo al mundo: la ofensiva iniciada por el presidente ruso Vladímir Putin sobre territorio ucraniano.
En diálogo con Acción, el también director del Programa de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED) del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), aseguró que no se puede hablar de una «invasión» por parte del Kremlin, sino más bien de una «intervención militar preventiva», motivada principalmente por la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas. Además, cuestionó la «irresponsabilidad» del presidente estadounidense Joe Biden en el manejo de la crisis y pronosticó el nacimiento de «un nuevo esquema económico y político internacional».
–Usted plantea una suerte de paradoja, en el sentido de que, si bien la ofensiva contra Ucrania es rusa, en realidad en esta historia hay dos agresores: la OTAN y Estados Unidos. ¿Cómo es eso?
–Lo que planteo es que hay que entender estas operaciones en el contexto específico en el cual se producen. Y ese contexto está marcado por una amenaza tremenda que se cernía en contra de Rusia, en la medida en que se avanzaba en la tentativa de instalar bases de la OTAN en Ucrania, el más importante de los territorios fronterizos que tiene Rusia en este momento y desde el cual se pueden lanzar misiles con capacidad de llegar a Moscú o San Petersburgo en cinco o siete minutos. Entonces ahí lo que hubo fue una intervención militar preventiva, más que una invasión en el sentido clásico del término. El objetivo es prevenir un ataque.
–¿Por qué Putin habla de «desnazificar» el territorio ucraniano?
–Porque en Ucrania se produjo una concentración muy fuerte de elementos de extrema derecha y porque ya en la Segunda Guerra Mundial esos sectores nazis colaboraron con el ejército de Hitler para atacar a las tropas soviéticas. En los últimos años, con este Gobierno que surge del golpe de 2014, Stepán Bandera fue dignificado, se le construyó una estatua y aparece como una figura heroica. Estamos hablando de un hombre que fue jefe de un batallón que funcionaba al servicio de las tropas nazis. Entonces, el fenómeno de la «nazificación» de Ucrania tiene raíces muy profundas. Putin ve que en el Gobierno ucraniano aparecen esos mismos elementos y que ese Gobierno, además, se está prestando para servir al desplazamiento de cohetes de la OTAN en contra de Rusia.
–Más allá de las razones que pueda tener Rusia para iniciar el ataque, ¿no termina siendo contraproducente para Putin en términos de imagen internacional?
–Hay que pensarlo en términos de un proceso y etapas. En una primera etapa, se ve un proceso de absoluta satanización de Putin. Pero esto recién empieza. Como dijo muy bien Henry Kissinger en un artículo de 2014, poco después del golpe de Estado en Ucrania, la demonización de Putin no es una política de Occidente, es nada más que una coartada que demuestra que Estados Unidos no tiene una política hacia Rusia y hacia Putin. En otras palabras, puede que esto funcione en el corto plazo, pero cuando uno mira las consecuencias de esta guerra para Europa, para Estados Unidos y para la erosión del sistema económico basado en el dólar, la figura de Putin va a tomar características diferentes.
–En relación con eso, en los últimos días diversos sectores políticos compararon a Putin con Hitler. ¿Hay algún tipo de margen para hacer ese paralelismo?
–Ninguno. Hitler invade la URSS después de violar el pacto de no agresión que había entre los dos países. Entonces ahí sí se puede hablar de una invasión. En el caso de Putin, él lanza una operación militar preventiva y sus enemigos son justamente los émulos de Hitler en Ucrania, que han sido promovidos por el Gobierno actual y por EE.UU. La comparación de Putin con Hitler no tiene pies ni cabeza. Hitler era nazi y promovía el nazismo. Lo que está haciendo Putin es una campaña para erradicar los restos del nazismo que han sobrevivido y se han desarrollado de una manera impresionante en Ucrania.
–¿Cómo impacta políticamente el conflicto sobre Joe Biden?
–Biden es un personaje que está en la cuerda floja. Después de la Segunda Guerra Mundial, es el presidente estadounidense con más bajo nivel de popularidad al cabo de un año de mandato. Su desempeño es decepcionante. Y lo que dijo cuando habló de una Tercera Guerra Mundial es de una irresponsabilidad tremenda. Yo creo que es un hombre que está afectado por una demencia senil, porque el presidente de la mayor potencia mundial no puede siquiera sugerir una cosa así. Ante una situación como esa, es evidente que a Putin lo único que le queda por hacer es avanzar lo más que pueda, porque enfrente hay un irresponsable capaz de lanzar una guerra atómica. Como dijo el propio Kissinger, que no puede ser acusado de marxista, Putin es un estratega muy serio. Biden, en cambio, es un energúmeno que no puede controlar lo que dice.
–¿Por qué el territorio ucraniano es objeto de estos tironeos entre potencias?
–Además de Bielorrusia, que es un aliado incondicional del Gobierno ruso, Ucrania era el único territorio fronterizo con Rusia donde no había bases de la OTAN. Rusia ha tolerado que la OTAN, que había prometido que no se movería una pulgada hacia el Este, no cumpliera con lo acordado. Y la OTAN hoy tiene totalmente rodeada a Rusia. Ese es un punto de no retorno. Pensemos que, cuando cae la URSS, Rusia concedió todo lo que Occidente quería: disolvió el Pacto de Varsovia, abrió la economía, cambió el régimen político, aceptó las inversiones extranjeras, se integró plenamente a la economía mundial e incluso llegó a solicitar el ingreso a la OTAN y no fue aceptada. Entonces lo que queda ahí es una pugna económica y una dosis fenomenal de racismo, donde el desprecio hacia los rusos que hay en Occidente es lo que está motorizando esta campaña de satanización, no solo contra Putin sino contra todo lo que sea ruso. Es una especie de reedición en el plano internacional del dilema civilización y barbarie: Estados Unidos, que es el país más bárbaro de la tierra, se presenta a sí mismo como portador de la civilización, y Rusia vendría a ser la barbarie. Por supuesto, toda la prensa argentina, que ha llegado a convertirse en una cloaca periodística nauseabunda, repite todas estas cosas pensando en destruir a Rusia, pero también con el fin de favorecer una opción de derecha en nuestro país.
–¿Cuál cree que puede ser el desenlace del conflicto? ¿Hay algo que se pueda pronosticar?
–No, imposible. La experiencia indica que cuando una guerra empieza es difícil saber cuándo termina. Pero sí creo que con esta guerra, aun cuando Rusia sufra una eventual derrota, el debilitamiento de Estados Unidos y del sistema monetario basado en el dólar se profundizará. Estamos ante el alumbramiento de un nuevo esquema económico y político internacional.
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