América Latina en la geopolítica del imperialismo: apuntes para un debate
septiembre 27, 2014

27.9.2014

Comparto una nota crítica que publicara Gilberto López y Rivas en la edición del día de ayer de La Jornada de México.

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/AMÉRICA LATINA EN LA GEOPOLÍTICA DEL IMPERIALISMO/
 América Latina en la
geopolítica del imperialismo
Gilberto López y Rivas /I

El libro de Atilio Boron América Latina en la geopolítica del
imperialismo
(México, UNAM, 2014) es de importancia estratégica para la
lucha de nuestros pueblos contra el imperialismo estadunidense, y está
destinado a convertirse en un clásico de obligada lectura, tanto en los ámbitos
de la academia como en los de la militancia revolucionaria y las resistencias
anticapitalistas. Atilio Boron sobrepasa con creces su propia aspiración,
expresada al final del texto, de que esta obra fuera una contribución útil y
persuasiva a la batalla de ideas. Con toda justeza, esta acuciosa, seria y
fundada investigación ganó el prestigiado Premio Libertador al Pensamiento
Crítico 2012, que otorga el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela,
y ha sido un gran acierto que la Universidad Nacional Autónoma de México haya
decidido publicarla en nuestro país, incluyendo un pertinente postfacio para
esta edición mexicana.
Atilio Boron siempre se ha distinguido
por su modo franco y sin ambages para tratar temas complejos y controvertidos,
los cuales aborda con una afortunada combinación de sencillez y profundidad, de
información e interpretación. Desde las primeras páginas introductorias va
planteando las tesis que sostienen sus argumentos centrales: la transición
geopolítica global se está llevando a cabo no en una época de cambios, sino en un
cambio de época, según expresión de Correa, en la que se constata el
debilitamiento del poderío global de Estados Unidos, que aunque es y seguirá
siendo un actor fundamental del sistema internacional, sus poderes se
encuentran acotados, y tomando muy en cuenta que la ratificación histórica
señala que en su fase de descomposición los imperios se tornan mucho más
agresivos y sanguinarios. Estas tesis van de la mano, a lo largo de la obra, de
otra que reitera y demuestra exhaustivamente: América Latina es, para Estados
Unidos, la región más importante del planeta; juega un papel crucial en el
diseño geopolítico del imperialismo y es la zona del mundo en donde la
resistencia al imperialismo estadunidense ha sido más prolongada y tenaz. De
este hecho se deriva una idea de la mayor importancia, particularmente para la
intelectualidad comprometida con la lucha de los pueblos de nuestra América: el
conocimiento del imperialismo, de Estados Unidos como centro del sistema, de su
sociedad, economía y cultura, es elemento indispensable de cualquier estrategia
emancipatoria. Me considero parte de esta corriente que estudia las élites del
poder, como aconsejaba oportunamente C. Wright Mills.
Tratar el significado actual de
imperialismo es crucial frente a conceptos como el de globalización, concebido
como la interdependencia de todas las naciones, con desconocimiento de las
asimetrías económicas y las distintas posiciones que ocupan en el sistema. En
el campo de la izquierda, Atilio despeja toda duda sobre el discurso pernicioso
que se plasma en las tesis de autores como Michael Hardt y Antonio Negri, que
en su libro Imperio llegan a sostener que la edad del
imperialismo ha concluido; que hay imperio pero ya no más imperialismo. Con
toda razón, se destaca que el efecto de este argumento ha sido el desarme
ideológico y político, la desmovilización, y la desmoralización, en un momento
en que el imperialismo redobla su agresividad. Coincido en afirmar que más allá
de estas confusiones teóricas o alucinaciones discursivas, el imperialismo
persiste. Asimismo, es muy importante la afirmación de Boron de que la
globalización neoliberal no ha hecho desaparecer a los estados nacionales, de
que seguimos viviendo en un mundo de estados nacionales. Para quienes hemos
estudiado los avatares de la cuestión nacional, queda claro que si bien la
explotación y el despojo se mundializan, la dominación es mediada por estados
nacionales. Esto es, el imperialismo pasa inexorablemente por estructuras
nacional-estatales de mediación, no es un factor externo, sino que opera a
través de una articulación entre las clase dominantes a escala global, lo que
se denomina laburguesía imperial, la cual dicta sus condiciones a las clases
dominantes locales en la periferia del sistema. Este Estado nacional de competencia
–término de Ana María Rivadeo– posibilita el funcionamiento de exacción de
excedentes y saqueo de recursos que caracterizan el pillaje imperialista;
garantiza la eficaz labor de los aparatos legales y represivos para someter a
la fuerza de trabajo y criminalizar a las oposiciones.
Así, el imperialismo continúa siendo la
fase superior del capitalismo, en nuestro tiempo, con rasgos cada vez más
depredatorios, agresivos y violentos, colocando a la humanidad en los límites
de su propia destrucción como especie. El imperialismo actual tiene como su
centro indiscutido a Estados Unidos, con cinco oligopolios, siguiendo Boron a
Samir Amin: el tecnológico, el control de los mercados financieros mundiales,
el acceso a los recursos naturales del planeta, el control de los medios de
comunicación y el de las armas de destrucción masiva. En este contexto, la
supremacía militar de Estados Unidos es incontestable, dentro de ciertos
límites; es capaz de destruir países pero no puede llegar a normalizar el
funcionamiento de sus víctimas para garantizar el eficaz saqueo de sus riquezas
y el despojo de sus recursos, como demuestran los casos de Irak, Afganistán y
Libia. Acorde a nuestro autor, al recurrir el imperialismo cada vez más a la
represión, ésta potencia la resistencia de los pueblos, lo que a su vez,
requiere incrementar la dosis represiva, en una sucesión creciente de
acontecimientos que no tiene otro destino que el derrumbe final del sistema.
Coincidimos plenamente con el autor en
torno a la excepcionalidad de la crisis actual. Esto es, vivimos una crisis
integral, civilizatoria, multidimensional, cuya duración, profundidad y
alcances geográficos el tiempo se encargará de demostrar que son de mayor
envergadura que todas las que le precedieron.

3 Comentarios

  1. Anónimo
  2. Ka Trina

    Leo al final del artículo:

    "…al recurrir el imperialismo cada vez más a la represión, ésta potencia la resistencia de los pueblos, lo que a su vez, requiere incrementar la dosis represiva, en una sucesión creciente de acontecimientos que no tiene otro destino que el derrumbe final del sistema."

    y me parece entender que ¡oh!, maravilla de las maravillas, ¡estamos condenados al éxito!. Espartaco no fue derrotado y la esclavitud cesó con él.

    Reflexión final (en serio): parece mentira que en el siglo XXI el idealismo filosofico como el que esta detras de ese párrafo siga enturbiando pensamientos al punto de acercarlo a la lógica del matón del conurbano: Duhalde.

    Responder
  3. FOLLADORDEPROSTIS

    Es casi = a 1 articulo de hace meses,no tiene nada nuevo Atilio??? hasta ahora ni media palabra de el avión malayo derribado en Ucrania,ni el despelote de los separatistas pro-rusos en ese país…..

    Responder

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Sobre el Autor de este Blog

Atilio Alberto Borón (Buenos Aires, 1 de julio de 1943) es un politólogo y sociólogo argentino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.

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