Dos notas sobre el futuro político de Bolivia
marzo 5, 2013

5.3.2013

Compartimos a continuación dos notas, de Katu Arconada y Mauro Alcócer respectivamente, sobre el escenario político futuro de Bolivia que desde perspectivas distintas, si bien no antagónicas, coinciden en identificar los grandes desafíos que enfrenta la consolidación del proceso revolucionario conducido por Evo Morales. La lectura de ambas nos permitirá formarnos una clara idea de lo que estará en juego en las elecciones presidenciales del próximo año.

04-03-2013
Ahora es cuando, compañero Evo
Los triunfos
electorales de Hugo Chávez y el PSUV en Venezuela el pasado octubre y de Rafael
Correa y Alianza País en Ecuador hace apenas dos semanas, han consolidado los procesos
de cambio que se están viviendo en América Latina.
Sin poder predecir el desarrollo de la enfermedad
del comandante Chávez, parece claro que tanto en Venezuela como en Ecuador se
han construido nuevas identidades políticas, el chavismo y el correísmo, que
han transformado las relaciones de poder en favor de las clases populares.
También parece bastante claro que estas nuevas identidades políticas van más
allá de las personas, siendo reflejo de un proyecto político construido desde y
para las mayorías sociales, lo que a su ve posibilita que dichos proyectos
ganen de manera amplia y mayoritaria en las urnas.
Bolivia 2014
Pasada la resaca de los triunfos electorales en la
región, es tiempo de pensar en las próximas elecciones presidenciales en
Bolivia donde los movimientos sociales y la izquierda en general, no ya de
Bolivia sino de todo el subcontinente latinoamericano, tenemos que lograr la
reelección de Evo Morales como timonel de un proceso de cambio que es mucho más
que una simple transformación económica, que es una revolución política y
descolonizadora hecha desde y por los sectores populares, las clases
subalternas que pasaron de la resistencia a la toma del poder, primero
derrotando al neoliberalismo, y después construyendo un proyecto político nacional-popular
que ha transformado el modelo de Estado y se encuentra en proceso de
transformación del modelo económico.
Asumiendo que al pasado no vamos a regresar jamás,
y que las mayorías sociales en Bolivia apoyan al instrumento político creado
por esas mismas mayorías, campesinas, indígenas, obreras, estudiantiles, etc.,
será necesario también el apoyo de los movimientos sociales internacionales y
de la izquierda latinoamericana para blindar un proceso de cambio que va a
sufrir numerosos ataques desde hoy y hasta las próximas elecciones
presidenciales a finales de 2014. Un proceso que va a ver como la oposición
política y mediática se ve fortalecida, como los conflictos sociales se
refuerzan sospechosamente, y como se amplía la imagen mediática de supuestos
aspirantes a Presidente que hablarán en nombre del pueblo pero no contarán con
su respaldo.
Que hacer
Si bien América Latina vive una transición hacia un
escenario post neoliberal gracias a los procesos de cambio que con sus avances,
y a pesar de las contradicciones inherentes a la gestión de un Estado, van
conquistando demandas históricamente postergadas, los peligros están ahí. El
imperialismo no descansa y va a tratar de golpear a uno de los pilares de los
procesos de cambio como forma de debilitar los procesos de integración
regionales y la construcción de alternativas a un sistema en crisis que se
demuestra inviable salvo para asegurar la reproducción de las elites económicas
y políticas.
En ese escenario, es importante fortalecer los
vínculos y las relaciones existentes entre el gobierno boliviano y los
movimientos sociales y redes internacionales, mantener una comunicación
permanente y fluida, dotándose de mecanismos de intercambio de análisis y
propuestas para la construcción de una agenda común. Todo ello con el objetivo
de reforzar el camino conjunto iniciado durante las luchas continentales frente
al ALCA y consolidado en Tiquipaya durante la Conferencia Mundial de los
Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra.
Ahora es cuando
Pero la rearticulación entre el gobierno boliviano
y los movimientos sociales internacionales no tiene que darse exclusivamente
con la finalidad de blindar un proceso de cambio que debe ser ratificado por el
pueblo boliviano en las urnas, sino que debe tener una finalidad más
estratégica que táctica. No es solo el proceso de cambio en Bolivia quien
necesita el apoyo de los movimientos sociales y la izquierda latinoamericana,
sino que a su vez las luchas populares en América Latina necesitan gobiernos
aliados que, a modo de retaguardia, fortalezcan también los procesos impulsados
desde abajo por los movimientos.
Estamos en un momento crucial para el continente,
porque sin obviar una posible convocatoria de elecciones en Venezuela que en
cualquiera caso avalará el legado político de Chávez en la figura de un Nicolás
Maduro continuador del chavismo como proyecto político, la figura de Hugo
Chávez, al igual que lo fue la figura de Fidel Castro, es insustituible en
cuanto a estratega que mira más allá de su propio país. Chávez y Castro son los
Bolívar, San Martin, Artigas, Sucre o Martí de la segunda mitad del siglo XX e
inicios del XXI, son los arquitectos de un proyecto político para construir de
nuevo la Patria Grande que los antiguos libertadores soñaron. Y en ese proyecto
el compañero Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia Evo Morales ha sido
un alumno aventajado.
Porque ni Fidel ni Chávez van a volver a ser
protagonistas principales de un proyecto de integración y emancipación
continental. Nos han dejado el horizonte trazado, y son ahora otros los que
deben recoger el testigo y levantar la bandera de la emancipación para
continuar haciendo historia. Y en este momento le corresponde dar un paso al
frente al compañero Evo. A pesar de la contundente victoria de Rafael Correa en
Ecuador, ni la correlación de fuerzas interna al interior de su gobierno, ni el
enfrentamiento que mantiene con una buena parte del movimiento social e
indígena permiten que pueda ser la figura que aglutine y lidere ese proyecto
fruto de una alianza entre gobiernos de izquierda y movimientos sociales.
Incluso desde el punto de vista de la condición de clase es Evo, aymara de
nacimiento y sindicalista de formación política, miembro de la Vía Campesina y
de las redes que articularon la resistencia a la celebración en 1992 de los 500
años de colonización, quien está llamado a tener un mayor protagonismo en el
escenario regional.
Precisamente porque los movimientos sociales
internacionales necesitan de una retaguardia, de gobiernos aliados que apoyen
las procesos y luchas en todo el continente, porque necesitamos trabajar
conjuntamente problemáticas como la lucha contra la militarización, las bases
militares, la criminalización de la protesta social y las agresiones del
Imperio; la batalla contra las transnacionales, las privatizaciones y la
desnacionalización; la crisis climática y los derechos de la Madre Tierra; la
solidaridad internacionalista e integración entre pueblos hermanos, es que
necesitamos tener compañeros presidentes que desde los gobiernos acompañen las
luchas populares en la construcción de una alternativa al sistema capitalista,
alternativa que en Bolivia el Presidente Evo ha plasmado recientemente en el
Manifiesto de la Isla del Sol y en la Agenda Patriótica 2025.
Porque esa alternativa no se inventa, sino que se
construye día a día desde los pueblos, en un dialogo permanente entre los
gobiernos aliados y los movimientos sociales que tienen que empujar desde abajo
y desde la izquierda. Solo así podremos ofrecer propuestas reales que se
traduzcan en políticas públicas que favorezcan a las mayorías sociales, solo
así podremos blindar los procesos de cambio para que sigan construyendo
alternativas a un sistema capitalista depredador del ser humano y la
naturaleza. Hay momentos en los que hay que abrazar la responsabilidad
histórica que se nos presenta para la consolidación de la Patria Grande. Ahora
es cuando compañero Evo.

Katu Arkonada es militante del proceso de cambio en
el Estado Plurinacional de Bolivia
* Publicado originalmente en el semanario La Época
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de
Creative Commons
, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

05-03-2013

¿La reelección de Evo Morales es para aplicar qué
programa?
Apoyo la reelección de Evo Morales. Por él voté los
años 2002, 2005 y 2009 y no soy de los que cambian fácilmente de posición
política, aunque debo reconocer que no tengo ya la convicción de aquellos años,
que surgieron en mí dudas luego del “gasolinazo” del 2010 y de la represión a
los indígenas en Chaparina de septiembre de 2011. El primer error fue revertido
por el Gobierno ante el repudio popular, lo de Chaparina sigue dejando una
estela de impunidad.
Apoyo la reelección de Evo. Sigo pensando que es el
liderazgo más sólido en el campo popular, pese a los errores, pese a los
desvaríos esos de reunirse con Paz Zamora o Percy Fernández, pese a las
concesiones programáticas que se están haciendo, pese a ese olor a llunkerío
que se siente cada vez que se refieren a él como “jefazo”, pese a ese culto a
la personalidad tolerado por el propio Evo cuando permite que a un aeropuerto
le pongan su nombre.
Hace poco reafirmé esta mi opción política, lo hice
cuando vi a quien se presentaba como la alternativa de izquierda, a Juan del
Granado pactar políticamente con Germán Antelo, el “past president” del Comité
Cívico cruceño. Es que tengo memoria; en septiembre de 2008, cuando las hordas
cívicas asaltaban y quemaban las oficinas públicas en Santa Cruz, cuando
golpeaban a migrantes collas en Tarija y masacraban a campesinos en Porvenir,
los actuales senadores Antelo y la señora Centa Reck eran parte de la
conspiración reaccionaria junto a Rubén Costas y Branko Marincovic. Lo único
que les diferenciaba era que estos respondían a la logia “Caballeros del
Oriente” y Antelo a la logia “Toborochi”, ambas representativas del señorío
burgués de Santa Cruz. Del Granado está volviendo a sus viejas andanzas, cuando
fue aliado del proyecto neoliberal de Sánchez de Lozada el año 1993. Así como
entonces creyó que había encontrado una burguesía “patriótica”, hoy se empeña
en buscar una burguesía “democrática” con la que aliarse; claro que Juan dirá
que todo es para frenar el “autoritarismo” de Evo… ¿o sea que el enemigo de mi
enemigo es mi amigo?
Estoy de acuerdo con la reelección de Evo. Creo que
para llegar a ese objetivo al menos hay dos caminos, el primero es que la
decisión del Tribunal Constitucional en la consulta por la “Ley de aplicación
normativa” que hizo la Cámara de Senadores defina que sus contenidos son
constitucionales y Evo quede así habilitado. Pero también hay la posibilidad de
que el Tribunal resuelva en sentido contrario, en tal situación habrá que ir
por una reforma constitucional en la Asamblea Legislativa Plurinacional y ganar
luego un referéndum nacional para su aprobación. En cualquier escenario se
requiere la movilización del pueblo, pero esa movilización no debe darse
únicamente alrededor de una candidatura o un liderazgo, eso sería reducir el
proceso político boliviano a una mínima expresión electoralista; hay que
convocar al pueblo para aplicar un programa que profundice y acelere los
cambios, pasando de una revolución democrático-cultural a una revolución
económico-social.
Cierto que la denominada “agenda patriótica” es una
propuesta hecha por el gobierno para tomar la iniciativa ante una oposición
carente de ideas. Esa agenda de 13 puntos apunta hacia el año 2025 que es
cuando se celebra el Bicentenario de la fundación de Bolivia, debe ser
discutida y enriquecida con todos los movimientos sociales, no sólo con
aquéllas organizaciones leales al proyecto gubernamental. Tiene que
incorporarse a mineros sindicalizados, trabajadores petroleros, juntas de
vecinos, maestros y salubristas, trabajadores por cuenta propia, jóvenes
estudiantes, indígenas de tierras altas y de tierras bajas para que aporten a
la construcción del programa. Imponer la agenda desde arriba sería cambiar el
“mandar obedeciendo” por la “obediencia debida” y no se hacen así las
revoluciones.
Entre Tesis Política y Programa Político tiene que
haber coherencia. El programa (la política de Estado) debe ser la concreción
del planteamiento estratégico. No hay que decir una cosa y hacer otra, no hay
que lanzar consignas revolucionarias en el discurso y en la práctica tomar
decisiones que sólo buscan administrar la estabilidad capitalista. Hablemos con
franqueza: en el gobierno hay tendencias que hablan del
socialismo comunitario, hablan del vivir bien, hablan de
los derechos de la madre tierra, pero hacen todo lo contrario.
Estas tendencias en los hechos están preservando el poder del capital
financiero con una nueva Ley de Bancos que no va a tocar las elevadas tasas de
ganancia de los financistas; están incrementando nuestra deuda externa
insertando al país en los mercados de capitales a través de la venta de “bonos
soberanos”; están favoreciendo al capital transnacional minero ya que los
extranjeros dueños de las grandes minas como San Cristóbal siguen llevándose
nuestros minerales pagando bajas regalías e impuestos; están afanados en atraer
inversiones extranjeras repitiendo el dogma liberal de que sin ellas no
podremos desarrollarnos y a ese dogma responderá la nueva Ley de Inversiones;
están aplicando políticas desarrollistas y extractivistas que le
dan continuidad al patrón primario exportador de nuestra economía, base a su
vez de la depredación de la madre tierra, aquí se origina la actitud permisiva
con los transgénicos en materia alimentaria o, en materia energética, que YPFB
comience a abrir las puertas a la explotación de hidrocarburos “no
convencionales”, conocida como Fracking por sus brutales
impactos ambientales.
¿Cómo podríamos convocar al pueblo para derrotar a
la derecha si el programa revolucionario está siendo abandonado? Una cosa es
trabajar paraconstruir el Socialismo Comunitario hacia el Vivir Bien como
afirma la tesis política estratégica del Movimiento al Socialismo aprobada en
su último Congreso de marzo de 2012 y otra cosa es trabajar para “desarrollar
las fuerzas productivas” sin cambiar las relaciones sociales de explotación,
consolidando en Bolivia el “capitalismo andino amazónico” que propuso García
Linera el año 2005. ¿Sigue el vicepresidente con esa idea? Pareciera que sí
aunque se cuida de hablar en esos términos, prefiere referirse al “modelo
nacional productivo” o a los “ejes estratégicos del desarrollo”. Ya viene
siendo hora de plantear al vicepresidente las preguntas que elude responder en
sus folletos: ¿cómo, por la vía capitalista, se puede construir el socialismo
comunitario?, ¿cómo, por la senda del “vivir mejor” de la acumulación
capitalista, se puede fortalecer el Vivir Bien de nuestras comunidades?
A pesar de estas tendencias conservadoras al
interior del proceso, creo que todavía persiste un potencial político
comunitario, originario, plebeyo y proletario, que da continuidad al proceso
constituyente y que va erigiendo una nueva ética, que no es sólo una ideología,
sino un nuevo proyecto de vida, un nuevo horizonte: el suma qamaña (Vivir
Bien). Si Evo Morales está dispuesto a encarnar este proyecto de vida y el
programa político revolucionario que de ese proyecto emana, pues adelante con
su reelección.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una 
licencia de Creative Commons, respetando su libertad
para publicarlo en otras fuentes.

4 Comentarios

  1. Anónimo
  2. juan

    Anónimo / Analista realista: las constituciones no son productos sagrados y ahistóricos que debemos respetar de modo intangible por los tiempos de los tiempos. Al contrario, son productos históricos concretos, que expresas la dinámica social y la relación de fuerzas entre clases y fracciones de clases en un momento determinado. Este tema no es una "preocupación burguesa intrascendente"; lo que sí es una preocupación burguesa es el interés por mantener constituciones que consagran Estados liberales con democracias restringidas. En Bolivia, en Ecuador y esperemos que ahora también en Venezuela, las constituciones se van a seguir cambiando, porque se ha abierto lo que Sousa Santos denomina un "proceso constituido que es también un proceso constituyente". Un pueblo movilizado, como hay en estos países, va cambiando la relación de fuerzas que se fosiliza cada cierto tiemo en la institucionalidad. Yo, humildemente, espero que siga siendo así, en el camino de construir una América Latina socialista, alejada del productivismo eurocéntrico y con una democracia radicalizada (pero plebeya y popular, no restringida y hecha para los de arriba). Saludos.

    Responder
  3. Anónimo

    Hoy por hoy, al menos,la Constitución boliviana no permite una segunda reelección de Evo Morales. Habrá que ver qué modelo siguen en en Altiplano, sin la Constitición amañanada y a medida de los venezolanos chavistas, que se rieron en la cara de ella desde que Chavez se internó en Cuba, hace más de 80 días, hasta hoy, que falleció, o si prevalece un poder judicial verdaderamente independiente, como TODAVIA tenemos en las Argentina. Para la izquierda recalcitrante de este blog, seguramente la mía es una "preocupación burguesa inrascendente". Pero es que las leyes, sobre todo la Ley Fudamental, están para ser cumplidas o reformadas según preceptos rígidos, no utilizadas e interpretadas al antojo de gobernantes y de jueces títeres. Analista realista.

    Responder
  4. juan

    Como plantea el autor de la segunda nota en uno de los últimos párrafos, hay una contradicción, adentro del proceso que conduce Evo, entre una propuesta de modernización capitalista o desarrollo de las fuerzas productivas (el "capitalismo andino-amazónico" del que habla García Linera) y el socialismo comunitario que apoyan los movimientos indígenas. Creo que esa contradicción es la que arroja luz para comprender este proceso, y a partir de las cambiantes relaciones de fuerzas entre ambos polos podemos entender los avances o los retrocesos. De más está decir que, más allá de la existencia de un polo pro-modernización, representado incluso en la figura del vicepresidente, el proceso boliviano está muy por adelante de otros gobiernos progresistas de la región, como el de Argentina, en el que la opción por una construcción socialista no está ni siquiera en un horizonte de mediano plazo. Saludos.

    Responder

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Sobre el Autor de este Blog

Atilio Alberto Borón (Buenos Aires, 1 de julio de 1943) es un politólogo y sociólogo argentino, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.

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